Reflexión del lunes, 15 de marzo
– «Como no veáis signos y prodigios, no creéis.»
El funcionario insiste:
– «Señor, baja antes de que se muera mi niño.»
Jesús le contesta:
– «Anda, tu hijo está curado.»
El hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino. Iba ya bajando, cuando sus criados vinieron a su encuentro diciéndole que su hijo estaba curado. Él les preguntó a qué hora había empezado la mejoría. Y le contestaron:
– «Hoy a la una lo dejó la fiebre.»
El padre cayó en la cuenta de que ésa era la hora cuando Jesús le había dicho: «Tu hijo está curado.» Y creyó él con toda su familia. Este segundo signo lo hizo Jesús al llegar de Judea a Galilea.
REFLEXION
Nuestra fe objetivamente tiene un libro que fundamenta e ilumina nuestras vidas. Es el libro de la Palabra de Dios, la Sagrada Escritura, que realiza lo que significa. Como palabra salvadora se manifiesta en este evangelio. Cuando el funcionario real llegó a casa preguntó a qué hora había comenzado la mejoría de su hijo, le dijeron ayer a la hora séptima, entonces recordó que era la hora en que Jesús le dijo: “Anda tu hijo vive”. La Palabra de Jesús sana, cura a las personas, tiene capacidad para actualizar la salvación que viene del Señor. La exigencia que nos pide es muy humana acogerla, meditarla, guardarla, cumplirla. Algo tan sencillo se nos olvida con mucha frecuencia, porque nos olvidamos y porque queremos ver signos evidentes que entren por los ojos.
La cuaresma es un camino de conversión que nos conduce a un Dios que se hace historia en la Cruz y por eso mismo nos deja desconcertados porque rompe todos los esquemas humanos de poder, de dominio, y bienestar humanos. Como dice Pablo escándalo para unos y necedad para otros. Siendo Dios aceptó la Cruz, teniendo palabras de vida quiso experimentar la muerte, de manera que su Palabra nos envuelve en el misterio y nos invita a contemplarlo. La curación instantánea parece que hace más fácil creer en su Palabra, la contemplación del misterio nos mantiene en esta confianza y alimenta nuestra esperanza de poder ver y contemplar la luz, el cielo y la tierra nueva.
-Oremos por todos los enfermos que mantengan viva la esperanza en la Palabra vivificadora del Señor.
-Oremos por todas las familias cristianas para que sean transmisoras de la fe en el Señor.
-Oremos para que el Señor despierte vocaciones al sacerdocio
-Oremos por la paz en el mundo.