10 nov

Reflexión miércoles 10 de noviembre

Del Evangelio según san Lucas 17, 11-19

En aquel tiempo, yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea.

Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían:

–Jesús, maestro, ten compasión de nosotros.

Al verlos, les dijo:

–Id a presentaros a los sacerdotes.

Y mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos, y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias.

Este era un samaritano.

Jesús tomó la palabra y dijo:

–¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?

Y le dijo:

–Levántate, vete: tu fe te ha salvado.

Palabra de Dios

REFLEXIÓN

El Aleluya y el Evangelio nos invitan a la gratitud: Dad gracias en toda ocasión: esta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús respecto de vosotros (cf. 1 Tes 5, 18).

La fe se vive en la gratuidad y se expresa en la alabanza. La gratitud y la alabanza son el eco que produce la presencia del Señor en tu vida.

¿Cuántas veces le has dado gracias a Dios, por hechos concretos, en esta semana?

Si leemos el versículo siguiente (cf. 1 Tes 5, 19) dice No apaguéis el Espíritu. El Espíritu Santo es el que te concede “ojos de fe” para poder ver al Señor en medio de tu vida, en medio de tus sufrimientos, de tu cruz.

Es Él el que te certifica que Dios te ama, que está contigo, que camina contigo. Es el Espíritu el que hace que puedas decir, como el salmista: Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan (cf. Sal 22).

¡Ánimo! ¡Si crees, verás la gloria de Dios! Verás cómo «tu fe te ha salvado».

       A toda la tierra alcanza su pregón  (cf. Sal 19, 5).

 

Acción Familiar

El mundo está lleno de la grandeza de Dios (Gerard Manley Hopkins).

Gesto

  1. Encender una vela.
  2. Comienzo: En el nombre del Padre… (Señal de la Cruz)
  1. Gesto en Familia:

 

“Déjame aquí libremente, totalmente solo

en una celda en que el sol nunca brilló.

Aunque jamás nadie me hable,

Este silencio dorado me hará libre”.

Trozo de un poema escrito por un prisionero del campo de concentración de Dachau. Reflexiono: ¿Cómo el silencio me hace libre? ¿Hay momentos de silencia en mi vida?» Lo comparto con mi familia.

 

  1. Oración final:

Amado Señor,

Me detengo por un momento en tu Presencia

a mi alrededor, en todo mi cuerpo,

y en lo más profundo de mi ser.

 

Ayúdame, Señor, a estar más consciente de Tu Presencia.

Enséñame a reconocerla en el silencio.

Enséñame a reconocerla en los demás.

Llena mi corazón de gratitud

por las veces que tu Amor se me ha mostrado

a través del cariño de mis familiares y amigos.

 

Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo,

Como era en un principio,

Ahora y siempre.

por los siglos de los siglos

 

Amén.

pastoral

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