Reflexión del lunes, 17 de mayo
Lectura del santo evangelio según san Juan 16, 29-33
En aquel tiempo dijeron los discípulos a Jesús: Ahora sí que hablas claro y no dices usas comparaciones. Ahora vemos que lo sabes todo y no necesitas que nadie te pregunte; por esto creemos que saliste de Dios. Jesús les respondió: ¿Ahora creéis? Mirad que llega la hora (y ha llegado ya) en que os dispersaréis cada uno por vuestro lado y me dejaréis solo. Pero no estoy solo, porque el Padre está conmigo. Os he dicho estas cosas para que tengáis paz en mí. En el mundo tendréis luchas; pero ¡ánimo! yo he vencido al mundo.
Palabra del Señor
REFLEXIÓN
Queridos amigos y amigas:
En cuanto al Evangelio de hoy, quiero fijarme en lo que dice Jesús: «Me dejaréis solo».
Dura experiencia esa en la que, en los momentos más duros (soledad, enfermedad, dificultades laborales, fracasos, rupturas…) aquellos de quienes más esperas y necesitas la cercanía y el apoyo… te la juegan, te fallan, se apartan de ti: tus amigos, tu familia, tu comunidad, tu pareja… «no están», o incluso están en contra. La madurez y fortaleza de las relaciones se comprueba y demuestra precisamente en esos momentos.
Fue duro para Jesús, como es duro para cualquier persona. Es fácil hundirse, tirar la toalla…
Sin embargo, Jesús cuenta con ello y además no les retira su confianza. Y reza por ellos. Dispersarse cada cual por su lado le preocupa. La dispersión, la falta de unidad, la huida, el dejarle solo. Y también el dejarse vencer por «el mundo». Tentaciones que son nuestras, y en las que fallaremos con toda seguridad. Aun así, el Señor quiere seguir contando con nosotros.
«Pero no estoy solo, porque el Padre está conmigo». Preciosa la confidencia y enseñanza de Jesús. Ante la experiencia de fracaso, de oscuridad y de soledad, cuando la fe es puesta a prueba, la fe a de volverse confianza: aquello que tan a menudo encontramos en la Escritura: el Señor es mi fuerza, Dios mío en ti confío, aunque todos me abandonen… y tantas otras.
Es el momento de repetir con San Pablo «sé de quién me he fiado». Sí, el «mundo» del que habla Jesús y las luchas en que nos vemos envueltos (intereses económicos, la imagen, el poder y los cargos, la falta de valentía para pelear por la justicia, los silencios cómplices, el miedo, el evitar las complicaciones y riesgos…) parecen vencernos, y no pocas veces nos vencen.
Oportuno es que nos agarremos a nuestro Padre, aunque su presencia sea oculta y discreta, aunque nos parezca que «no está». Oportuno es que oremos estas palabras, que las dejemos calar en el fondo del corazón… porque sólo así podremos vencer, como Jesús: «Y encontraréis la paz en mí».
Y hoy, que celebramos a San Pascual Bailón, guía en nuestro caminar cristiano. Que de sus manos y por su intercesión avive en nosotros la fe y la confianza en Dios, que avive en nosotros el espíritu de oración y la participación en la Eucaristía, que haga de nosotros testigos del amor de Dios en el amor a los hermanos. Y como él, pedimos la protección de la Virgen María.
¡Feliz día!, disfrutad y dejaos moldear por Dios.