Reflexión domingo 6 de marzo
Lectura del santo evangelio según san Lucas (4,1-13):
En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y durante cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado por el diablo.
Todo aquel tiempo estuvo sin comer, y al final sintió hambre.
Entonces el diablo le dijo: «Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan.»
Jesús le contestó: «Está escrito: No sólo de pan vive el hombre».
Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo y le dijo: «Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me lo han dado, y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mi, todo será tuyo.»
Jesús le contestó: «Está escrito: Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto».
Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo: Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: «Encargará a los ángeles que cuiden de ti», y también: «Te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras».
Jesús le contestó: Está mandado: «No tentarás al Señor, tu Dios».
Completadas las tentaciones, el demonio se marchó hasta otra ocasión.
Palabra del Señor
Reflexión
El miércoles pasado, fue el miércoles de Ceniza, en el que se nos imponía la ceniza en nuestra cabeza, como señal de penitencia. Así comenzamos el tiempo de Cuaresma que son estos cuarenta días que transcurren hasta la Semana Santa.
Nosotros también queremos acompañar a Jesús camino del calvario ayudándole a llevar la cruz y ofreciéndole nuestras cruces de cada día.
Para eso, tenemos que ser fieles a Dios en nuestra vida y tomarnos enserio el ser cristianos. A veces no es fácil, porque como hemos visto en el evangelio de hoy, al igual que le pasaba a Jesús, nosotros tenemos tentaciones que nos hacen que desconfiemos de Dios y que nos apartemos de Él. Esto es lo que el demonio quiere, sin embargo, Dios nos da su ayuda y su gracia para salir victoriosos en medios de las tentaciones, de las tribulaciones y de los pecados de cada día. Igual que Jesús fue tentado por el Demonio en el desierto, nosotros también somos tentados cada día.
Todos tenemos tentaciones que nos salen al paso en nuestro camino: unas, sugeridas por el mismo demonio, otras por nuestra debilidad, otras porque nos dejamos llevar por nuestra sociedad en la que vivimos. Son tentaciones que nos sugieren abandonar compromisos, dejar la luchar en las pequeñas cosas de cada día para ser mejores cristianos, abandonar la fe y apartarse de Dios, la pureza en la vida o de la honradez en el trabajo o con los demás. Como sabemos las tentaciones son innumerables, pero no estamos solo, tenemos el ejemplo de Jesús y sabemos que podemos vencerlas si recurrimos a la Palabra de Dios, a la oración, a la penitencia, a la Eucaristía sin olvidarnos de ofrecer a Dios cosas que nos cuesten. En definitiva ser conscientes de que Dios está en nuestra vida.