Reflexión domingo 9 de abril DOMINGO RESURRECCIÓN
Lectura del santo evangelio según san Juan (20,1-9):
EL primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.
Echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo:
«Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto».
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; e, inclinándose, vio los lienzos tendidos; pero no entró.
Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte.
Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.
Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.
Palabra del Señor
Reflexión
Cristo ha resucitado, ¡Aleluya! Este es la gran noticia de la Pascua. El dolor, el sufrimiento, la muerte de Cristo, no han sido inútiles, no han sido estériles: Cristo ha vencido, ha triunfado sobre el pecado, sobre el mal y sobre la muerte.
Todo ello nos llena de alegría y de esperanza. Porque ahora sabemos que también nosotros venceremos con Cristo al pecado y a la muerte; también nosotros encontraremos, desde Cristo, el sentido al dolor y al sufrimiento.
Con la resurrección de Cristo tiene sentido la historia humana y da sentido nuestra propia vida: somos ciudadanos del cielo, estamos llamados a vivir una vida nueva, una vida que no se acaba: la vida eterna.
La resurrección de Cristo es el triunfo del amor de Dios. Dios nos ama tanto que nos ha creado para vivir junto a él para siempre. Esa gran luz, la del amor eterno, gratuito y fiel de Dios, ilumina todas las realidades negativas de este mundo: el dolor, el sufrimiento, incluso la muerte.
Por ello la Palabra de Dios nos invita hoy a vivir de otra manera. El que cree en Cristo resucitado, el que cree en la vida eterna, vive con otro estilo de vida: el estilo de Jesús. ¿Cómo es este estilo de vida?
La lectura de los Hechos de los Apóstoles nos da la clave: Jesús vivió una vida de fidelidad a la voluntad del Padre, y pasó por el mundo haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo.
Ese ha de ser nuestro estilo de vida: fidelidad a Dios, viviendo los mandamientos y sus enseñanzas; pasar por el mundo haciendo el bien, preocupándonos por vivir el mandamiento nuevo del amor: amar como Cristo nos amó, es decir, entregándonos por los demás, dando la vida por ellos, haciendo nuestros los problemas y sufrimientos de los demás y tratando de ayudar a todos.
Y todo ello, en medio de esta generación. Por ello, como a las mujeres que acudieron al sepulcro de Jesús, el ángel hoy nos repite: ¿Por qué‚ buscáis entre los muertos al que vive?
Sí, porque podemos caer en la trampa de centrar la vida en lo que no da ni la vida ni la felicidad, sino en lo que conduce a la destrucción, al vacío, al sin sentido: el dinero, el sexo, la droga, el poder, la fama, la vanidad, el éxito, la imagen… ¡Ese camino conduce a la muerte!
¡El cristiano no puede seguir ese camino! ¡Hay que seguir el camino de Cristo! San Pablo nos dice hoy «Buscad los bienes de arriba» El principal “negocio” que tenemos todos es ese: llegar a la vida eterna. Para ello hemos de seguir ese camino de fe, de fidelidad y de caridad, viviendo la vida nueva de Cristo, a pesar de que el camino se nos haga duro, y a pesar de que tengamos tropiezos y caídas. Cristo ha vencido al mundo, y nosotros, unidos a Cristo también lo venceremos.
¿Qué camino estás siguiendo en tu vida? Piénsalo y, únete más a Cristo para poder triunfar con él y llegar, así, a la vida eterna.