1 julio

Reflexión jueves 1 de julio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (9,1-8):

En aquel tiempo, subió Jesús a una barca, cruzó a la otra orilla y fue a su ciudad. Le presentaron un paralítico, acostado en una camilla.
Viendo la fe que tenían, dijo al paralítico: «¡Ánimo, hijo!, tus pecados están perdonados.»
Algunos de los escribas se dijeron: «Éste blasfema.»
Jesús, sabiendo lo que pensaban, les dijo: «¿Por qué pensáis mal? ¿Qué es más fácil decir: “Tus pecados están perdonados”, o decir: “Levántate y anda”? Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados –dijo dirigiéndose al paralítico–: Ponte en pie, coge tu camilla y vete a tu casa.»
Se puso en pie, y se fue a su casa. Al ver esto, la gente quedó sobrecogida y alababa a Dios, que da a los hombres tal potestad.

Palabra del Señor

Reflexión

Aunque la rutina pueda adormecernos, en cuanto nos despertamos, seguimos cayendo en la cuenta de las maravillas que el Señor ha hecho y sigue haciendo con nosotros. Quizás su principal maravilla hacia nosotros sea su amor. Que el Hijo de Dios nos ame y nos siga amando es realmente algo grande y capaz de entusiasmar a cualquiera. Pero posiblemente debemos colocar a la misma altura otra de sus maravillas, la maravilla de su perdón, que esté dispuesto a perdonarnos siempre. Que siempre que lo necesitemos, Jesús salga a nuestro encuentro y nos diga a cada uno de nosotros lo mismo que al paralitico y pecador del evangelio de hoy: “¡Ánimo, hijo!, tus pecados están perdonados”. Y ante su perdón nuestro corazón se llena de una paz que nada ni nadie nos puede dar.

 

Aprovechemos un día más, apoyándonos en este evangelio, para dar gracias al Señor por las maravillas de su amor y su perdón. Y ya sabemos que “amor con amor se paga” y “perdón con perdón se paga”. La misma moneda que Jesús nos regala: su amor, su perdón, se la hemos de ofrecer a todos y cada uno de nuestros hermanos.

pastoral

pastoral

Leave a Comment