Reflexión jueves 16 de mayo
Lectura del santo evangelio según san Juan (17,20-26):
En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo: «Padre santo, no sólo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también lo sean en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. También les di a ellos la gloria que me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y los has amado como me has amado a mí. Padre, éste es mi deseo: que los que me confiaste estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo. Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté con ellos, como también yo estoy con ellos.»
Palabra del Señor
COMENTARIO:
El texto evangélico de hoy es uno de esos que me hace sonreír, me hace sentirme consolado y mirar al presente y al futuro del mundo, de la iglesia y de mi propia vida con esperanza. ¡Hemos estado presentes en la oración de Jesús!
Cuántas veces hemos orado y… hemos desesperado casi al mismo tiempo. Cuántas veces nos ponemos a pensar en nuestro mundo, en la realidad del hambre y la injusticia, en los políticos que parece que no hacen nada para solucionarlo más allá de buscar su propio interés, en el deseo de poder y riquezas que llenan el corazón de tantos, en las escenas de insolidaridad que vemos a nuestro alrededor. Y, si somos sinceros, basta también con ser honestos con nosotros mismos y mirarnos al espejo (habiéndonos quitado previamente la coraza protectora en que nos solemos envolver para quedar bien antes los demás y ante nosotros mismos, claro), para darnos cuenta de que tampoco en nosotros es oro todo lo que reluce. Ni mucho menos. Lo natural sería caer en el pesimismo y la desesperanza absoluta. No hay salida. No hay futuro.
ORACIÓN:
Oh Padre de nuestro Señor Jesucristo
y Padre también de todos:
Creemos en ti y sabemos que tú amaste a Jesús
con un amor profundo, confiado y eterno.
Que el Espíritu Santo derrame este amor
en los corazones de todos los que creemos en Jesús,
nuestro Pastor y Salvador.
Que este amor nos una en un lazo común
de comprensión y respeto mutuo
y nos disponga a vivir los unos para los otros
y a servirnos mutuamente como hermanos,
a causa de Jesucristo nuestro Señor.
EN FAMILIA:
Canción fórum: Un canto de Pentecostés.