Reflexión jueves 25 de noviembre
Lectura del santo evangelio según san Lucas (21,20-28):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando veáis a Jerusalén sitiada por ejércitos, sabed que está cerca su destrucción. Entonces, los que estén en Judea, que huyan a la sierra; los que estén en la ciudad, que se alejen; los que estén en el campo, que no entren en la ciudad; porque serán días de venganza en que se cumplirá todo lo que está escrito. ¡Ay de las que estén encintas o criando en aquellos días! Porque habrá angustia tremenda en esta tierra y un castigo para este pueblo. Caerán a filo de espada, los llevarán cautivos a todas las naciones, Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta que a los gentiles les llegue su hora. Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros se tambalearán. Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y majestad. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación.»
Palabra del Señor.
COMENTARIO:
Dios liberador. Primero: ¿es para nosotros Dios liberador? Si es así ¿creemos necesitar liberación de su parte? ¿de qué cosas o situaciones haría falta que nos liberase?… Y más interrogantes que pueden venir a cada uno de nosotros…en la intimidad con Él, seguro tendrán respuesta.
Dios de la Historia. Generalmente, debido a la idea de que Dios es omnipotente, omnipresente, omnisciente…etc. (y no deja de serlo), tendemos a sentirle como un ser lejano. Sin embargo, -como ya nos ha manifestado Jesús- Dios se implica en la historia humana y en la de cada ser humano en particular. Los grandes acontecimientos ocurren a diario en el anonimato. “Cada vida nueva es señal de que Dios no se ha olvidado de los hombres”.
Agradezcamos al Señor su presencia y su acción en lo cotidiano de nuestra vida
ORACIÓN:
Señor Dios nuestro:
Somos tu pueblo en marcha,
que trata de llevar a cabo la tarea
de modelar aquí en el mundo tu reino de amor y paz.
Cuando nos sintamos desalentados y con miedo,
mantennos firmes caminando en esperanza.
Haznos estar siempre vigilantes en oración
para que percibamos los signos de la venida de tu Hijo.
Que Jesús camine con nosotros ya ahora
en el camino que él mismo nos ha trazado,
para que nos conduzca hacia ti, nuestro Dios vivo,
que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén
REFLEXIÓN:
A simple vista parece contradictoria la prédica de Jesús. Ayer animaba a sus discípulos a permanecer fieles y no preparar defensas frente a las persecuciones porque Dios pondría las palabras apropiadas en sus bocas. Hoy, les recomienda que -cuando la ciudad sea sitiada- huyan de ella y se refugien en los montes. Toda una descripción de situaciones de destrucción y desgracias.
Cuando nos acercamos a pasajes evangélicos de este tipo, creo que es muy recomendable situarnos en la “comprensión” de Dios por el pueblo israelita. Entre sus nombres más significativas de Él, se encuentran los siguientes: Dios liberador, Dios de la Historia, Dios creador, Dios fiel…
De todos, me gustaría fijarme en los dos primeros ya que se hallan al final de las palabras de Jesús. El texto pertenece al género apocalíptico, con el que en estos días nos encontramos: no es género aterrador como a veces se piensa y como usamos nosotros la palabra “apocalíptico”, sino todo lo contrario; surgió como instrumento de consolación cuando el pueblo pasa por situaciones de gran apuro. Quizá por eso Jesús las utiliza con naturalidad; porque sabe que, quienes le escuchan, sabrán captar el mensaje. Pero, a nosotros ¿qué pueden decirnos esas palabras hoy?
EN FAMILIA:
PREPARAR LA CORONA DE ADVIENTO