30 de julio

Reflexión jueves 30 de julio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (13,47-53):

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Entendéis bien todo esto?»
Ellos les contestaron: «Sí.»
Él les dijo: «Ya veis, un escriba que entiende del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo.»
Cuando Jesús acabó estas parábolas, partió de allí.

Palabra del Señor.

COMENTARIO:

 Distinguir y separar son actividades que hacemos todos los días, a semejanza de los pescadores; y luego ponemos orden. Es, por ejemplo, lo que hace el ama de casa cada día en la despensa.

En separar: en eso consistió, según el capítulo inicial del Génesis, la primera parte de la obra creadora de Dios. En el caos originario había que separar la luz y las tinieblas, las aguas superiores y las inferiores, los mares y la tierra. Los días siguientes puso Dios orden y ornamento en las regiones que había separado: en el cielo, en el mar, en la tierra. Finalmente creó al hombre y le confió el dominio y cuidado de todo.

Esta historia en que vivimos se nos antoja caótica: verdad y falsedad, bien y mal, valores y contravalores, andan confundidos, mezclados, enredados. Dejemos a Dios que haga la separación de peces buenos y malos, de historias ungidas de santidad e historias marcadas con el estigma de la injusticia, y que lo haga a su debido tiempo, cuando cree los nuevos cielos y la nueva tierra. Es su competencia exclusiva. Fue Él quien separó al comienzo de la historia; dejemos que sea él quien separe al final.

ORACIÓN:

Señor Dios nuestro:

danos la fuerza de tu Espíritu

para no buscarnos a nosotros mismos

y para aceptar nuestra misión en la vida

con todas sus consecuencias.

Estamos seguros de que así

Jesús nos llevará hacia ti,

nuestro Dios bondadoso,

que vives y reinas

por los siglos de los siglos.

Amén

REFLEXIÓN:

1- La palabra santidad está clericalizada, es decir asociada a formas de vida generalmente de religiosos, monjes, papas, obispos, sacerdotes…

2- Carta del papa Francisco “Gaudete et exúltate”[1].

            – Nº 7: Me gusta ver la santidad en el pueblo de Dios paciente: a         los padres que crían con tanto amor a sus hijos, en esos hombres y mujeres que trabajan para llevar el pan a su casa, en los enfermos,        en las religiosas ancianas que siguen sonriendo. En esta constancia para seguir adelante día a día, veo la santidad de la Iglesia militante. Esa es muchas veces la santidad «de la puerta de al lado», de aquellos que viven cerca de nosotros y son un reflejo de la presencia de Dios, o, para usar otra expresión, «la clase media de la santidad»[4].

3- ¿Por qué ser santos? “Sed santos porque yo soy santo”. Recordemos que hemos sido creados a su imagen y semejanza. Por tanto, para llegar a ser lo que somos debemos ser santos. Es una cuestión ontológica, no moral. Debemos ser santos para ser nosotros mismos: las criaturas que Dios ha pensado.

4- ¿Qué es la santidad? Si el solo santo es Dios, “Tu solus sanctus”, la santidad no es cosa nuestra, no es esfuerzo personal, sino permanecer unidos a Cristo.

ACTIVIDADES PARA REALIZAR EN FAMILIA:

– Ver la película de san Felipe Neri.

https://youtu.be/sPeLQ_mopvw?list=PLuA6dZHmGzj3ZvmPqyv5Yw5lON5jsl03A

[1] Francisco, Exhortación Apostólica Gaudete et exúltate, Ciudad del Vaticano, 19/3/2018.

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