Reflexión lunes 16 de enero
Lectura del santo evangelio según san Marcos 2,18-22.
Un día en que los discípulos de Juan y los fariseos ayunaban, fueron a decirle a Jesús:
“¿Por qué tus discípulos no ayunan, como lo hacen los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos?”
Jesús les respondió: “¿Acaso los amigos del esposo pueden ayunar cuando el esposo está con ellos? Es natural que no ayunen, mientras tienen consigo al esposo. Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán.
Nadie usa un pedazo de género nuevo para remendar un vestido viejo, porque el pedazo añadido tira del vestido viejo y la rotura se hace más grande. Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque hará reventar los odres, y ya no servirán más ni el vino ni los odres. ¡A vino nuevo, odres nuevos!”
Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Queridos amigos y amigas:
Este evangelio de san Marcos es de una belleza exquisita. El ayuno es el siguiente punto de contención entre Jesús y sus oponentes. Puede no ser un tema importante en sí mismo, pero Jesús busca la oportunidad de hacer una declaración asombrosa: “¡Él es el novio!” y ¿es que pueden ayunar los amigos del novio, mientras el novio está con ellos?”. Aquí Jesús usa para sí el término “novio” y habla de sus seguidores como los invitados a la boda.
La Buena Nueva que trae Jesús es algo radicalmente nuevo. Jesús, su mensaje y su estilo de vida, es el vino nuevo. Lo antiguo ha terminado, lo nuevo ha llegado.
Sintámonos invitados como Jesús en nuestra libertad para limpiar lo que no está sano en nuestra vida; vivamos la humildad y la confianza de aquel que acude a Jesús para limpiarlo, porque tenemos necesidad de la acción salvadora de Dios.
Cristo no se anda con remiendos. Él hace las cosas nuevas cada día. Por eso, los cristianos creemos que sí hay cambios en nosotros y en las personas de alrededor.
Pero esto implica una apuesta decidida. No se puede ser tibio, porque si no, andamos entre dos aguas, y esto puede provocar “un roto peor”.
Por otra parte, para acoger la novedad que trae Jesús tenemos que dejar que nos dé un corazón nuevo, que nos transforme en hombres nuevos. Algo muy grande que sucede con el amor de Dios, con el Espíritu Santo, es que transforma lo profundo de la persona. Dios no sólo da cosas, sino que se da Él mismo. Y su amor transforma y crea.
Cuando se acoge la novedad de Jesús se rompen esquemas, se abandonan actitudes y vicios, se cambia de prioridades. El amor realiza eso en los que se sienten amados. Por eso para acoger a Jesús es necesario odres nuevos, porque Él mismo te regala ser capaz de acoger un amor tan grande. Además, querer seguir en lo viejo, querer andar a medias, hace que te rompas. Porque la propuesta de Jesús no es mediocre.
Jesús hace nuevas las cosas ¿Te atreves a que Jesús te cambie y te regale un nuevo corazón?
Perdonemos con el perdón de Dios. A vino nuevo, odres nuevos. Este es el perdón de Dios.
¡Feliz día!, disfrutad y dejaos moldear por Dios.