21 feb

Reflexión lunes 21 de febrero

Lectura del santo evangelio según san Marcos 9, 14-29.

 Al llegar junto a los discípulos, vio a mucha gente que les rodeaba y a unos escribas que discutían con ellos. Toda la gente, al verle, quedó sorprendida y corrieron a saludarle. Él les preguntó: «¿De qué discutís con ellos?» Uno de entre la gente le respondió: «Maestro, te he traído a mi hijo que tiene un espíritu mudo y, dondequiera que se apodera de él, le derriba, le hace echar espumarajos, rechinar de dientes y le deja rígido. He dicho a tus discípulos que lo expulsaran, pero no han podido.» Él les responde: «¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo habré de soportaros? ¡Traédmelo!» Y se lo trajeron. Apenas el espíritu vio a Jesús, agitó violentamente al muchacho y, cayendo en tierra, se revolcaba echando espumarajos. Entonces él preguntó a su padre: «¿Cuánto tiempo hace que le viene sucediendo esto?» Le dijo: «Desde niño. Y muchas veces le ha arrojado al fuego y al agua para acabar con él; pero, si algo puedes, ayúdanos, compadécete de nosotros.» Jesús le dijo: «¡Qué es eso de si puedes! ¡Todo es posible para quien cree!» Al instante gritó el padre del muchacho: «¡Creo, ayuda a mi poca fe!» Viendo Jesús que se agolpaba la gente, increpó al espíritu inmundo, diciéndole: «Espíritu sordo y mudo, yo te lo mando: sal de él y no entres más en él.» Y el espíritu salió dando gritos y agitándole con violencia. El muchacho quedó como muerto, hasta el punto de que muchos decían que había muerto. Pero Jesús, tomándole de la mano, le levantó y él se puso en pie. Cuando Jesús entró en casa, le preguntaban en privado sus discípulos: «¿Por qué nosotros no pudimos expulsarle?» Les dijo: «Esta clase de demonios con nada puede ser arrojada sino con la oración.»

Palabra del Señor.

 

REFLEXIÓN

Queridos amigos y amigas:

Jesús jamás nos deja solos. Cuando nos sana no nos deja por el camino.

Jesús les hace a sus discípulos una pregunta aparentemente indiscreta: “¿De qué discutíais por el camino?”. Una pregunta que también puede hacernos hoy: ¿De qué habláis cotidianamente? ¿Cuáles son vuestras aspiraciones? “Ellos no contestaron, porque por el camino habían discutido sobre quién era el más importante”. Les daba vergüenza decirle a Jesús de lo que hablaban.

Jesús les dice que la vida auténtica se vive en el compromiso concreto con el prójimo: servir, cuidar a los frágiles de nuestras familias, de nuestra sociedad, de nuestro pueblo. Son los rostros sufrientes, desprotegidos y angustiados a los que Jesús propone mirar e invita concretamente a amar.

Es verdad que la afirmación del padre del niño endemoniado del Evangelio de hoy tiene mucha miga: «Tengo fe, pero dudo. Ayúdame».

Pero me ha llamado más la atención la conversación final de Jesús con los apóstoles. Me imagino su «cabreo» por haber intentado echar a ese espíritu inmundo y no haberlo conseguido y presenciar después cómo el Maestro lo hacía «en un pis-pas».

La respuesta de Jesús me aporta hoy mucha luz: «… sólo puede salir con oración». Dicho con otras palabras: la vida espiritual, interior, de uno debe ser rica y cultivada. Yo no creo que se trate tanto de tener fe en plan «me lo creo, me lo creo…» sino de vivir desde Dios, vivir con Dios dentro de uno, vivir como Hijo, vivir sano, consciente, humilde, fuerte en el Señor…

Y Jesús pone a la oración como alimento fundamental de esta vida interior y espiritual; el silencio en el monte, la soledad, como ingrediente básico para tener un buen tono muscular espiritual. Yo lo intento día a día. A veces lo consigo y a veces no, pero sigo luchando con la ayuda del Padre, de mi comunidad y de mi familia.

La fe es un don de Dios, pero también depende de nuestra actitud personal, de que nosotros vivamos conscientes de que nuestra respuesta es fundamental. Todo es posible al que tiene fe, nos recuerda Jesús en el evangelio de hoy. Él es quien la otorga, él nos ha dado la fe para poder ser salvados por su gracia.

“Reconocer con humildad nuestra falta de fe ante el Señor es el inicio para que Él obre en favor, y ayudarnos a crecer en fe.” Dios mío, creo, pero aumenta mi fe.

¡Feliz día!, disfrutad y dejaos moldear por Dios.

pastoral

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