REflexión lunes 31 de enero
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a la orilla del lago, en la región de los gerasenos. Apenas desembarcó, le salió al encuentro, desde el cementerio, donde vivía en los sepulcros, un hombre, poseído de espíritu inmundo; ni con cadenas podía ya nadie sujetarlo; muchas veces lo habían sujetado con cepos y cadenas, pero él rompía las cadenas y destrozaba los cepos, y nadie tenía fuerza para domarlo. Se pasaba el día y la noche en los sepulcros y en los montes, gritando e hiriéndose con piedras.
Viendo de lejos a Jesús, echó a correr, se postró ante él y gritó a voz en cuello: «¿Qué tienes que ver conmigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo? Por Dios te lo pido, no me atormentes.»
Porque Jesús le estaba diciendo: «Espíritu inmundo, sal de este hombre.»
Jesús le preguntó: «¿Cómo te llamas?»
Él respondió: «Me llamo Legión, porque somos muchos.»
Y le rogaba con insistencia que no los expulsara de aquella comarca. Había cerca una gran piara de cerdos hozando en la falda del monte.
Los espíritus le rogaron: «Déjanos ir y meternos en los cerdos.»
Él se lo permitió. Los espíritus inmundos salieron del hombre y se metieron en los cerdos; y la piara, unos dos mil, se abalanzó acantilado abajo al lago y se ahogó en el lago. Los porquerizos echaron a correr y dieron la noticia en el pueblo y en los cortijos. Y la gente fue a ver qué había pasado. Se acercaron a Jesús y vieron al endemoniado que había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio. Se quedaron espantados. Los que lo habían visto les contaron lo que había pasado al endemoniado y a los cerdos. Ellos le rogaban que se marchase de su país. Mientras se embarcaba, el endemoniado le pidió que lo admitiese en su compañía. Pero no se lo permitió, sino que le dijo: «Vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo por su misericordia.»
El hombre se marchó y empezó a proclamar por la Decápolis lo que Jesús había hecho con él; todos se admiraban.
Palabra del Señor
REFLEXION
La memoria de San Juan Bosco nos pone delante el reto de evangelizar a los jóvenes, saber despertar el corazón de los jóvenes en el amor a Jesucristo. La Universidad Católica tiene en las aulas el desafío de enseñar, pero también de evangelizar desde la cultura y la ciencia.
El relato del evangelio de San Marcos, que hoy leemos, nos resulta extraño y al mismo tiempo nos impresiona. El hombre poseído de espíritu inmundo sale de los sepulcros “y es que vivía entre los sepulcros”, un energúmeno que ni siquiera podía ser reducido con grandes cadenas. Andaba, día y noche, gritando y golpeándose contra las piedras. Se trata de un caso extraordinariamente difícil de posesión. El espíritu inmundo, sin embargo, reconoce quién es Jesús: “¿Qué tienes que ver conmigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo?”. Frente a este poder maligno la autoridad divina de Jesús se sitúa en un punto altísimo en su ministerio, no solo sana a este hombre sino que lo libera de sus atormentadores. Jesús se enfrenta al maligno, no le teme aunque le reconozca su filiación, al contrario, por esa condición divina ejercerá su dominio sobre el espíritu inmundo, curando y sanando, creando vida y esperanza, que es precisamente lo que no quiere el espíritu inmundo. El Dios de Jesús es el Dios de la vida. El poder de Jesús impresionó a los vecinos que ven vestido y en su sano juicio a este hombre, sienten un gran temor. Jesús, al hombre que ha quedado libre y sano le recomienda que cuente a los suyos lo que la misericordia del Señor ha hecho con él.
-Le pedimos al Señor su fuerza para crear vida y esperanza entre los hombres.
-Le pedimos al Señor su gracia para ser testigos de su amor en el mundo.
-Le pedimos al Señor por la salud de todos los enfermos.
-Le pedimos al Señor la por la paz en el mundo entero.
-Le pedimos al Señor que nos libre de todos los males.