Reflexión lunes 9 de mayo
Lectura del santo evangelio según san Juan (10,1-10):
EN aquel tiempo, dijo Jesús:
«En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ese es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A este le abre el guarda y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz: a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños».
Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús:
«En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon.
Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos.
El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estragos; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante».
Palabra del Señor
Reflexión
La puerta es una figura tan corriente en la vida de las personas que apenas le damos valor. A la casa entramos a través de la puerta, dentro de la casa están nuestros seres queridos, vivos y ausentes, el recuerdo de tantas experiencias iniciales que nos han hecho sentirnos como personas queridas, amadas. Dentro de la casa está los objetos que han ido configurando nuestra vida, entre ellos las imágenes del Señor, la Virgen… las fotografías de la familia. En la casa también se guarda algún pequeño tesoro. La puerta es el símbolo que nos facilita acceder a nuestra vida familiar. En la casa nos sentimos seguros, protegidos y nos refugiamos frente a las tempestades externas.
El Señor es la puerta de acceso a la vida en la presencia de Dios, ya no se trata de una vida temporal limitada en el tiempo y en la vivencia de los valores fundamentales, el amor, la verdad, la belleza, el perdón sino de una vida que nos haga sentirnos plenamente personas, hijos de Dios. Jesús es la puerta de acceso, que nos promete el mejor regalo de la vida, una vida eterna, feliz, la salvación. Jesús es la garantía de esta vida bienaventurada porque Él, el Hijo de Dios, es el único que ha bajado del cielo y nos lo ha dicho, porque Él es el que ha dado su vida por nosotros muriendo en la Cruz para el perdón de nuestros pecados, por amor a todos nosotros y no hay mayor prueba de amor que dar la vida por los demás. Si en nuestra casa familiar hemos encontrado la paz, la seguridad ¿Cómo será la casa del cielo? Toda esta simbología encaja perfectamente con los deseos más profundos de nuestros corazones, nadie nos lo puede arrebatar porque el pastor, el Señor, está para defendernos de ladrones, embusteros y asesinos, Él es nuestro mejor defensor. Le hemos de pedir perdón por la debilidad de nuestra fe, porque tantas veces nos sentimos embaucados de cosas pasajeras que nos defraudan y nos alejan de Él y del amor a los hermanos, nos hemos afirmar en este amor y para ello El Buen Pastor nos regala su Espíritu Santo, la fuerza que nos hacer reconocer la verdad y sentirnos fuerte en el seguimiento del Pastor. Jesús es la puerta de lo que no nos podemos imaginar. Hemos de corresponderle con la verdad, fidelidad y el ejemplo de palabra y de obra.
-POR LA PAZ EN EL MUNDO Y POR LA PAZ ENTRE RUSIA Y UCRANIA.
-Por las vocaciones sacerdotales.
-Por la salud de todos los enfermos.