7 nov

Reflexión martes 7 de noviembre

Lectura del santo evangelio según san Lucas (14,15-24):

En aquel tiempo, uno de los comensales dijo a Jesús: «¡Dichoso el que coma en el banquete del reino de Dios!»
Jesús le contestó: «Un hombre daba un gran banquete y convidó a mucha gente; a la hora del banquete mandó un criado a avisar a los convidados: «Venid, que ya está preparado.» Pero ellos se excusaron uno tras otro. El primero le dijo: «He comprado un campo y tengo que ir a verlo. Dispénsame, por favor.» Otro dijo: «He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas. Dispénsame, por favor.» Otro dijo: «Me acabo de casar y, naturalmente, no puedo ir.» El criado volvió a contárselo al amo. Entonces el dueño de casa, indignado, le dijo al criado: «Sal corriendo a las plazas y calles de la ciudad y tráete a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los cojos.» El criado dijo: «Señor, se ha hecho lo que mandaste, y todavía queda sitio.» Entonces el amo le dijo: «Sal por los caminos y senderos e insísteles hasta que entren y se me llene la casa.» Y os digo que ninguno de aquellos convidados probará mi banquete.»

Palabra del Señor

Reflexión
Jesús nos presenta el reino de Dios como un gran banquete. Lo sorprendente es que llegado el momento, todos los invitados comienzan a excusarse con diversas razones. Entonces el anfitrión manda que traigan a los pobres y lisiados, a ciegos y cojos. Aun así queda sitio y entonces van por caminos para invitar a todos los que encuentran. Así es nuestro Dios y así su reino. Los invitados lo rechazan, porque muchas veces las ocupaciones e intereses personales alejan de Dios. Pero Dios abre su reino a los últimos, a los necesitados, a los descartados de la sociedad. Son sus preferidos y siempre tienen un lugar en su casa. Ese es el camino que hemos de seguir, hacernos pequeños y pobres, necesitados de Dios.
pastoral

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