Reflexión miércoles 13 de diciembre
EN aquel tiempo, Jesús tomó la palabra y dijo:
«Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré.
Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».
Palabra del Señor
Tal vez esta sea tu situación hoy. Tal vez estés cansado y agobiado por las dificultades de la vida cotidiana: problemas, debilidades, incomprensiones, fracasos, pecados, heridas, frustraciones, enfermedades, impotencias, decepciones…
La gran trampa que nos tiende el Maligno es hacernos dudar del amor de Dios y llevarnos a vivir solos, en nuestras fuerzas, fuera de la comunidad. Y entonces, fácilmente nos quedamos atrapados en nuestro cansancio y terminamos agotados, llenos de quejas y amarguras que no hacen sino aumentar nuestro dolor.
El Señor te invita a levantarte, a mirarle a Él, como cantamos en el Aleluya: Mirad que llega el Señor, para salvar a su pueblo; bienaventurados los que están preparados para salir a su encuentro. Ir a Él y entregarle tus cargas, tus sufrimientos. A vivir con Él.
Te invita a no vivir en un narcisismo espiritual centrado en ti mismo, sino a abrirle el corazón y entregárselo todo. Él por el don del Espíritu Santo, lo hará todo nuevo.
Y con esta presencia de Jesucristo vivo en medio de tu vida y de tu historia, vivirás lo que nos ha dicho Isaías: Él da fuerza al cansado y acrecienta el vigor del inválido; … los que esperan en el Señor renuevan sus fuerzas, echan alas como las águilas.
Y en medio de las dificultades, puedes decir como el salmista: Bendice, alma mía, al Señor, porque por el don del Espíritu Santo, todo lo puedo en Aquel que me conforta (cf. Flp 4, 13).