Reflexión miércoles 27 de octubre
Del evengelio según san Lucas 13,22-30
Vendrán de oriente y occidente y se sentarán a la mesa en el Reino de Dios.
En aquel tiempo, Jesús, de camino hacia Jerusalén, recorría ciudades y aldeas enseñando.
Uno le preguntó:
-Señor, ¿serán pocos los que se salven?
Jesús les dijo:
-Esforzaos en entrar por la puerta estrecha. Os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta diciendo: «Señor, ábrenos» y él os replicará: «No sé quiénes sois». Entonces comenzaréis a decir: «Hemos comido y bebido contigo y tú has enseñado en nuestras plazas». Pero él os replicará: «No sé quiénes sois. Alejaos de mí, malvados».
Entonces será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios y vosotros os veáis echados fuera. Y vendrán de Oriente y Occidente, del Norte y del Sur y se sentarán a la mesa en el Reino de Dios.
Mirad: hay últimos que serán primeros y primeros que serán últimos.
Palabra de Dios
REFLEXIÓN
Hoy la Palabra nos llama seriamente a la conversión. Ante la pregunta Señor, ¿son pocos los que se salvan? Jesús nos dice: Esforzaos en entrar por la puerta estrecha… muchos intentarán entrar y no podrán… hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos… vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios.
¿Qué nos quiere decir el Señor con todo esto? ¿Cuál es la puerta estrecha por la que hay que entrar?
La puerta es Jesucristo (cf. Jn 10, 9): Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará. Jesucristo es el Salvador.
¿Por qué es estrecha la puerta? ¿En qué consiste el esfuerzo por entrar? Porque si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga (cf. Mt 16, 24-25).
Porque el camino del discipulado es el camino de la humildad. Y si quieres encontrarte con Jesús, has de ir al último puesto. Porque ahí está Jesús. Escondido en el pesebre de Belén… escondido en la humillación de la Cruz. Y el encuentro con Jesús llenará tu vida. Porque al cielo se sube, ¡bajando!
La humildad es la puerta de la fe. Es el humus, la tierra buena en la que la semilla puede ser acogida y dar fruto abundante.
La humildad es dejarte hacer por el Señor. El Espíritu acude en ayuda de nuestra debilidad… intercede por nosotros con gemidos inefables…
La humildad es no vivir en la autosuficiencia, sino vivir agradecido en la comunidad eclesial que el Señor te ha dado.
La humildad no es negar los dones recibidos. Es reconocer que son dones, es decir, que te los han dado. ¡Y gratuitamente! Sin mérito alguno por tu parte. Y por tanto, vivir sin robarle la gloria a Dios.
La humildad es reconocer que tú no te das la vida a ti mismo; que tú no te salvas a ti mismo. Que el único que puede renovar la tierra -la tierra del mundo, la tierra de tu corazón- es el Señor, con el de su Espíritu.
Un signo de estar acogiendo la salvación es la alegría, como nos ha recordado san Pablo: a los que aman a Dios todo les sirve para el bien. La alegría que brota de tener la experiencia de que Dios te ama y actúa en tu vida.
A toda la tierra alcanza su pregón (cf. Sal 19, 5).
¡Ven Espíritu Santo! (cf. Lc 11, 13).
Acción Familiar
“»Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvarán?» Jesús respondió: «Esfuércense por entrar por la puerta angosta, porque yo les digo que muchos tratarán de entrar y no lo lograrán.” (Lucas 13, 23).
Gesto
- Encender una vela.
- Comienzo: En el nombre del Padre… (Señal de la Cruz)
- Gesto en Familia:
Mientras estoy aquí, Dios está presente, a mi alrededor, en mis sensaciones, mis pensamientos y mi ser profundo; hago una pausa y tomo conciencia de su Presencia y su Amor. ¿Por qué cosa o acontecimiento le quiero dar gracias hoy? Lo comparto con mi familia
- Oración final:
Señor, “soy libre”
Cuando leo estas palabras escritas
Me producen un sentimiento de asombro.
Sí, una maravillosa sensación de libertad.
Gracias, Señor.
Señor, me creaste para vivir en libertad.
Que Tu Espíritu Santo me guíe para seguirte libremente.
Para que cumpliendo tus mandamientos,
Pase por la puerta estrecha el Reino de los Cielos
Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo,
Como era en un principio,
Ahora y siempre.
por los siglos de los siglos
Amén.