31 jul

Reflexión miércoles 31 de julio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (13,44-46):

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra, lo vuelve a esconder, y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo. El Reino de los Cielos se parece también a un comerciante en perlas finas, que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra.»

Palabra del Señor

Reflexión

Hoy el Señor nos invita a la conversión, a preguntarnos qué hemos hecho con la semilla que Él ha sembrado en nuestro corazón.

Te invita a mirar si tu corazón está siendo la tierra buena en la que va germinando y creciendo la semilla, o por el contrario se ha malogrado porque la han ahogado las zarzas o la cizaña…

¿Cómo saberlo? La parábola del tesoro escondido nos da la clave. ¡Mira cuál es el “tesoro” de tu vida…! ¿Quién es el Señor de tu vida? ¿Dónde está el centro de tu vida? ¿A qué concedes importancia en tu vida? ¿Dónde tienes puesto el corazón?

Porque Jesús nos dice que donde esté tu tesoro, allí está tu corazón. ¿Por qué estás luchando en la vida? ¿Por tu dinero, por tu trabajo, por tus estudios, por tu carrera, por tu prestigio, por tu belleza…? ¿Dónde está tu corazón? ¿En qué pones tus afanes? ¿Qué le pides al Señor cada día en tu oración?

Cuando vamos dejando crecer la semilla, el Espíritu Santo nos va dando sus dones. Varios signos de que la semilla de la fe va creciendo nos dice también hoy la Palabra:

• Tus palabras me servían de gozo, eran la alegría de mi corazón. La fe te da unos ojos nuevos para ver el  amor de Dios en medio de tu vida. Dios actúa en tu historia. El Espíritu te da el don de entendimiento y el de ciencia.

•  Dios es mi refugio en el peligro… lucharán contra ti, pero no te podrán, porque yo estoy contigo para librarte y salvarte. La fe te hace poder vivir en la voluntad de Dios, permanecer en medio del combate y de las pruebas. Sabes que no estás solo. El Espíritu te da el don de fortaleza.

¡Ánimo! ¿Cuál es el “tesoro” de tu vida? ¿Cómo estás viviendo la fe?

¡Ánimo! ¡Pide el don del Espíritu Santo! Que Él te enamore de Jesucristo para que sea el Señor de tu vida.

 

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