Reflexión sábado 13 de enero
Lectura del santo evangelio según san Marcos (2,13-17):
En aquel tiempo, Jesús salió de nuevo a la orilla del lago; la gente acudía a él, y les enseñaba.
Al pasar, vio a Leví, el de Alfeo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: «Sígueme.»
Se levantó y lo siguió. Estando Jesús a la mesa en su casa, de entre los muchos que lo seguían un grupo de publicanos y pecadores se sentaron con Jesús y sus discípulos.
Algunos escribas fariseos, al ver que comía con publicanos y pecadores, les dijeron a los discípulos: «¡De modo que come con publicanos y pecadores!»
Jesús lo oyó y les dijo: «No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.»
Palabra del Señor
REFLEXIÓN
En el Evangelio de hoy Jesús llama a un pecador a ser discípulo y le invita a comer a su casa. Quien se detenga a pensar en estas vocaciones, desde el contexto histórico de Jesús, podría pensar: “¿A dónde quiere llegar este maestro?”. Las personas a las cuales convoca no son las más exitosas, no representan lo mejor de la sociedad, y hasta hay algunos de moral dudosa, como este recaudador. Pero el Reino de Dios viene y cuestiona nuestros criterios. Por eso, de entre todo el gentío, Jesús ve a Leví y le llama. Es una llamada personal e intransferible. En este momento es a él a quien llama, porque sabe que, en ese hombre aparentemente indigno, hay semillas del Reino, hay escondido un hijo de Dios y un apóstol que puede salir a la luz a lo largo del camino.
Jesús le dice claramente: “Sígueme”. Ahí está el contenido de la llamada: seguir sus huellas, caminar sus caminos… hacer lo que Él hace, decir como Él dice, sanar como Él sana, anunciar como Él anuncia… amar como Él ama… y todo esto en movimiento, porque no será lo mismo hacerlo en Cafarnaúm que en Jerusalén… en el siglo I que en el XXI…
Hoy nos podemos preguntar ¿a qué me ha llamado el Señor? ¿cómo le he ido respondiendo?