Reflexión sábado 27 de noviembre
Lectura del santo evangelio según san Lucas (21,34-36):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra. Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y manteneros en pie ante el Hijo del hombre.»
Palabra del Señor
REFLEXIÓN:
“Al atardecer de la vida, nos examinarán en el amor” (S. Juan de la Cruz), es decir, en todo el bien que hayamos hecho. La frase no puede ser más ilustrativa. El amor constituye el centro de la enseñanza de Jesús y el determinante de nuestro encuentro definitivo con Dios, ese que se nos anuncia en el evangelio con hechos “apocalípticos”.
El texto evangélico de hoy nos pone en guardia para que no permitamos que las preocupaciones y otras cosas de este mundo entorpezcan nuestra mente. Lo que importa y lo que cuenta para Dios es el amor que mencionábamos antes. Aunque parezca algo aterrador tener que comparecer ante Dios (suena a juicio donde nosotros estamos en el banquillo de los acusados), en el fondo, no es más que presentar nuestra vida. No como una hoja llena de méritos o llena de tachones, sino como es en realidad, con sus estrellas y sus cruces. Todo ser humano (independientemente de si es religioso o no) tiene una inclinación natural al bien porque “somos imagen y semejanza de Dios”. De modo que no hay motivo para temer a “la hora de nuestra comparecencia”.
Sin embargo, tampoco podemos dejar de lado que, al igual que somos capaces de mucho bien, también podemos serlo de mucho mal. Por ello nos advierte Jesús: “Estad alerta…”.
Hoy más que nunca el Señor nos exige que estemos atentos, que nada nos distraiga y que nuestra vida de fe y de nuestros actos, sean coherentes con lo que creemos.
En este ya inminente tiempo de Adviento, en el que recordaremos que Dios se hace como uno de nosotros, abrámosle las puertas de nuestra vida. Él puede “juzgarnos” como lo hacen un padre o una madre, y hacernos ver con claridad nuestro yo más profundo.
La última petición de Jesús al final del año litúrgico es ésta: Estad en vela, orando en todo tiempo. ¿Cómo vivo este consejo de Jesús en mi vida?