7 oct

Reflexión sábado 7 de octubre

Lectura del santo evangelio según san Lucas (10,17-24):

En aquel tiempo, los setenta y dos volvieron muy contentos y dijeron a Jesús: «Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre.»
Él les contestó: «Veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad: os he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones y todo el ejército del enemigo. Y no os hará daño alguno. Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo.»
En aquel momento, lleno de la alegría del Espíritu Santo, exclamó: «Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiere revelar.»
Y volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: «¡Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que veis vosotros, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron.»

Palabra del Señor

REFLEXIÓN:

El evangelio de hoy nos relata una escena evangélica llena de optimismo y alegría. Los 72 enviados regresan de su misión satisfechos y sorprendidos por el poder que han experimentado al curar y expulsar demonios, signos que acompañaban al anuncio de la venida del Reino de Dios. En este contexto, Jesús los escucha y comparte su entusiasmo, pero no deja de advertirles que no caigan en la tentación de alegrarse por tener “poder”. Ellos han sido dóciles a la voz de Dios que los enviaba, y han sido testigos de su Reino: ahí está la fuente de la verdadera alegría. Resulta significativa la alabanza de Jesús al Padre, donde expresa una alegría inmensa, infinita, que proviene del Espíritu Santo, porque los sencillos por fin se apropian de la verdad de Dios. Esta verdad ya no está encerrada en claustros privilegiados ni en púlpitos condenatorios, sino en aquellos que abren su corazón humildemente a la grandeza de Dios. Así sta Buena Noticia ha llegado hasta nosotros a través de el testimonio de muchos que a través de historia han abierto su corazón al Jesucristo. Nosotros también somos dichosos porque tenemos la posibilidad de encontrarnos con Él si estamos abiertos a la sorpresa.
Hoy es un buen día para elevar nuestra alabanza a Dios y con memoria agradecida reconocer a quienes nos han comunicado la Buena Noticia de Jesús, convencidos de que sus nombres están escritos en el Cielo ¿Por qué o, mejor dicho, por quiénes quieres agradecer a Dios?

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