24 nov

Reflexión viernes 24 de noviembre

Lectura del santo evangelio según san Lucas (19,45-48):

En aquel tiempo, entró Jesús en el templo y se puso a echar a los vendedores, diciéndoles: «Escrito está: «Mi casa es casa de oración»; pero vosotros la habéis convertido en una «cueva de bandidos.»»
Todos los días enseñaba en el templo. Los sumos sacerdotes, los escribas y los notables del pueblo intentaban quitarlo de en medio; pero se dieron cuenta de que no podían hacer nada, porque el pueblo entero estaba pendiente de sus labios.

Palabra del Señor

Reflexión

Con gesto profético, lleno de celo de Dios, con justa ira –la cual va de la mano de la verdadera mansedumbre–, Jesús purifica el templo de Jerusalén para que no sea lugar de comercio, sino de oración, de verdadera relación con Dios. Este gesto expresa elocuentemente el significado de Su Obra: restablecer la verdadera relación con Dios.

Para llevarlo a cabo, Jesús echa mano de su santa ira, que brota de la caridad y que no rebasa los límites de la razón y de la justicia. Así nos enseña a situarnos bien ante las cosas de Dios, a indignarnos de lo que debemos indignarnos, a luchar por el honor de Dios, a no pactar con la mediocridad ni con la corrupción religiosa.

Su celo también nos impulsa a mirarnos hacia dentro, a vernos como templo de Dios en el que, tal vez, también se han instalado vendedores y cambistas, pervirtiendo nuestra relación con Dios, situándonos ante Él como alguien con quien podemos mercadear. No, eso no lo tolera el Señor. Con Él no hay relaciones de compra-venta. Con Él hay devoción, piedad, obediencia, amor.

pastoral

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