Predictores de suicidio en pacientes con trastorno de la conducta alimentaria, por José Enrique Layrón Folgado
Predictores de suicidio en pacientes con trastorno de la conducta alimentaria, por José Enrique Layrón Folgado
En la actualidad, los intentos de suicidio son uno de los mayores problemas de salud pública, tal y como se recoge en el informe del año 2017 ofrecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Concretamente, se puede decir que los intentos hacen referencia a la secuencia de comportamientos disfuncionales que llevan a cabo las personas con una clara intención de quitarse la vida, y que habitualmente son precedidos por pensamientos e ideas de suicidio. Además, se sabe también que este tipo de conductas presentan diferencias culturales en su forma y frecuencia, siendo por ejemplo la intoxicación con pesticidas el principal método de suicidio en zonas rurales y en vías de desarrollo.
Se calcula que alrededor de 800.000 personas se suicidan al año, y que por cada muerte muchas otras personas llevan a cabo un intento de suicidio, siendo esta la segunda causa de muerte entre jóvenes de entre 15 a 29 años. Sin embargo, estos datos se incrementan en población con trastorno mental, especialmente en el caso de pacientes con Trastorno de la Personalidad Límite. Datos obtenidos por el Instituto Nacional de Estadística en nuestro país señalan que el suicidio fue la primera causa de muerte no natural en el año 2016, siendo esta la primera causa de muerte específica para los hombres. Durante dicho año, el total de muertes en España fue de 3.569 personas.
Uno de los principales enfoques teóricos que ha tratado de conceptualizar esta cuestión surge del modelo de la «Ideación a la Acción» de Klonsky y May (2015). Para estos autores, el desarrollo de la ideación suicida y su desarrollo hasta el intento de suicidio son dos fenómenos distintos con diferentes explicaciones y predictores. En este sentido, el primer paso en el desarrollo de la ideación es la presencia de dolor (ya sea físico o emocional). Sin embargo, será la relación de dicho estímulo aversivo junto a la presencia de desesperanza lo que detonará la aparición de esquemas disfuncionales asociados a dichas ideas de muerte. El segundo paso ocurre cuando el dolor y la desesperanza exceden los recursos y capacidades personales que la persona tiene en su entorno (su arraigo social, intereses, roles, proyectos etc.). El último paso hasta la consecución de un intento ocurrirá si la persona tiene capacidad real para llevarlo a cabo, es decir, si ha tenido experiencias previas que implican sufrimiento y que van incrementando la tolerancia hacia el dolor, el daño y la muerte.
Debido a la presencia global de este tipo de conductas disfuncionales en todo el mundo, gran parte del foco de intervención se ha centrado en la evaluación y prevención de este fenómeno social. Son muchos los factores de riesgo recogidos en la literatura asociados a los intentos de suicidio. Un estudio llevado a cabo en la Universidad Católica de Valencia con pacientes con trastorno de la conducta alimentaria, tuvo por finalidad diferenciar entre personas sin historia de ideación ni intentos de suicidio, frente a otros dos grupos: uno de personas con ideación suicida y otro compuesto por personas con intentos de suicidio en el año previo. Así mismo, también resultaba de interés para el equipo investigador conocer los mejores predictores a largo plazo para los pacientes con intentos de suicidio, tomando en cuenta los principales factores citados en la literatura científica. Por último, resultó de interés poder comparar los tres grupos en aquellas variables psicopatológicas que podían diferenciar personas con ideación frente a personas con intentos de suicidio. Los resultados del estudio pusieron de manifiesto que la presencia de autolesiones empleando distintos métodos, así como llevar a cabo dichas autolesiones con propósito de regular las emociones o como forma de interacción social son factores de riesgo que diferenciaron pacientes con ideación frente a aquéllos con intentos de suicidio. Sin embargo, en la muestra de pacientes del estudio la desesperanza o la sintomatología de la personalidad límite no favorecieron el paso de la ideación a la acción. Es por esto que pacientes con Trastorno de la Conducta Alimentaria que presenten autolesiones deberán de ser el foco de intervenciones preventivas para la conducta suicida.
Sobre el autor
José Enrique Layrón Folgado. Psicólogo General Sanitario en Evolma Psicólogos. Investigador en la Universidad Católica de Valencia.