Reflexión del Domingo, 16 de mayo

Ascension

EVANGELIO

Mc 16,15-20
En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo:
«Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos.»
Después de hablarles, el Señor Jesús subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos se fueron a pregonar el Evangelio por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban.
Palabra del Señor

 

REFLEXIÓN

La Fiesta de la Ascensión de Jesús al Cielo es una fiesta importante en el marco litúrgico de la Iglesia. Sin embargo, pueda que nos cause cierta nostalgia, pero también alegría.  Nostalgia, por la partida de Cristo al Cielo, porque regresa a la gloria que comparte desde toda la eternidad con el Padre y con el Espíritu Santo. De alegría, pues hacia esa misma gloria participaremos un día también nosotros, así nos lo ha prometido.

La fiesta de la Ascensión nos recuerda que tenemos que tener los pies en la tierra, pero nuestra mirada puesta en el cielo, que es hacia donde nosotros tenemos que ir. Y nos recuerda también que para poder ir un día al cielo, tenemos que ser muy fieles a Dios, haciendo siempre el Bien, cuidando a los demás, participando de los sacramentos y cumpliendo sus mandamientos.

Que junto a Jesús en esta fiesta de la Ascensión nos alegremos con él y que esa alegría nos anime a dar testimonio de Jesús ante nuestros amigos, con nuestro buen comportamiento y con nuestra palabra de ánimo.

pastoral

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