24 may

Reflexión martes 24 de mayo

Lectura del santo evangelio según san Juan (16,5-11):

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Ahora me voy al que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta: “¿Adónde vas?”. Sino que, por haberos dicho esto, la tristeza os ha llenado el corazón. Sin embargo, os digo es la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito. En cambio, si me voy, os lo enviaré.
Y cuando venga, dejará convicto al mundo acerca de un pecado, de una justicia y de una condena. De un pecado, porque no creen en mí; de una justicia, porque me voy al Padre, y no me veréis; de una condena, porque el príncipe de este mundo está condenado».

Palabra del Señor

Reflexión
Jesús presenta a sus discípulos la nueva manera de hacerse presente. Su destino definitivo es volver al Padre. La reacción inmediata de los apóstoles es la tristeza, sienten que van a perder esa presencia cercana. Pero Jesús les hace entender a ellos y a nosotros que es mejor que Jesús no esté condicionado por los límites de su presencia encarnada. Nos va a enviar el Espíritu que va a actualizar su palabra, su enseñanza, su memoria. El Espíritu hará posible que el Señor se haga presente simultáneamente en distintos lugares, en donde hay un grupo de creyentes reunidos en su nombre, en la presencia eucarística, en su palabra. El Espíritu también tiene una función iluminadora. Denuncia nuestro pecado, promueve la justicia, condena el mal y su origen. El pecado más grave es la falta de fe. Hemos de pedir a Jesús, que su Espíritu fortalezca y consolide nuestra fe.
pastoral

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