miercoles 3 de junio

Reflexión miércoles 3 de junio

PRIMERA LECTURA

Comienzo de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 1, 1-3. 6-12.

PABLO, apóstol de Cristo Jesús por voluntad de Dios para anunciar la promesa de vida que hay en Cristo Jesús, a Timoteo, hijo querido: gracia, misericordia y paz de parte de Dios Padre y de Cristo Jesús, Señor nuestro.

Doy gracias a Dios, a quien sirvo, como mis antepasados, con conciencia limpia, porque te tengo siempre presente en mis oraciones noche y día.

Por esta razón te recuerdo que reavives el don de Dios que hay en ti por la imposición de mis manos, pues Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía, sino de fortaleza, de amor y de templanza.

Así pues, no te avergüences del testimonio de nuestro Señor ni de mí, su prisionero; antes bien, toma parte en los padecimientos por el Evangelio, según la fuerza de Dios.

El nos salvó y nos llamó con una vocación santa, no por nuestras obras, sino según su designio y según la gracia que nos dio en Cristo Jesús desde antes de los siglos, la cual se ha manifestado ahora por la aparición de nuestro Salvador, Cristo Jesús, que destruyó la muerte e hizo brillar la vida y la inmortalidad por medio del Evangelio.

De este Evangelio fui constituido heraldo, apóstol y maestro. Esta es la razón por la que padezco tales cosas, pero no me avergüenzo, porque sé de quién me he fiado, y estoy firmemente persuadido de que tiene poder para velar por mi depósito hasta aquel día. Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 122

A ti, Señor, levanto mis ojos.

A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.
Como están los ojos de los esclavos
fijos en las manos de sus señores.

A ti, Señor, levanto mis ojos.

Como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos en el Señor, Dios nuestro,
esperando su misericordia.  R∫.

A ti, Señor, levanto mis ojos.

Aleluya
Jn 11, 25a. 26 R∫.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Yo soy la resurrección y la vida —dice el Señor—;
el que cree en mí no morirá para siempre.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Marcos 12, 18-27.

En aquel tiempo, se acercan a Jesús unos saduceos, los cuales dicen que no hay resurrección, y le preguntan:

«Maestro, Moisés nos dejó escrito: “Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer pero no hijos, que se case con la viuda y de descendencia a su hermano”.

Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos; el segundo se casó con la viuda y murió también sin hijos; lo mismo el tercero; y ninguno de los siete dejó hijos. Por último murió la mujer.

Cuando llegue la resurrección y resuciten, ¿de cuál de ellos será mujer? Porque los siete han estado casados con ella».

Jesús les respondió:

«¿No estáis equivocados, por no entender la Escritura ni el poder de Dios? Pues cuando resuciten, ni los hombres se casarán ni las mujeres serán dadas en matrimonio, serán como ángeles del cielo.

Y a propósito de que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés, en el episodio de la zarza, lo que le dijo Dios: “Yo soy el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob”? No es Dios de muertos, sino de vivos. Estáis muy equivocados».

Palabra del Señor

REFLEXIÓN

Muy hermosa es la primera lectura, de la segunda carta de san Pablo a Timoteo, que te invito a leer y a orar con ella. Esta es un verdadero testamento de san Pablo a Timoteo, gran colaborador suyo en la misión y modelo de discípulo.

Vamos a hacer solo algún “subrayado” en alguna de las cosas que nos dice. Cuando ores con ella, fíjate en los “subrayados” que a ti te hace el Espíritu Santo.

Doy gracias a Dios. La gratitud es la memoria del corazón. La gratitud es el eco de que la acción del Espíritu Santo en tu vida, la constancia de que puedes saborear el amor de Dios en medio de la vida cotidiana.

Te recuerdo que reavives el don de Dios.  Cuando san Pablo le dice esto a Timoteo, se refiere al orden episcopal (obispo de Éfeso), que Timoteo había recibido de manos de Pablo. Pero nos sirve también para la fe y para la vocación que tú has recibido. Todo es don, todo es gracia.

Y estamos llamados a cuidar lo que hemos recibido. En esto consiste principalmente el temor de Dios: en tener “miedo” de que podamos apagar el Espíritu, en que no le dejemos actuar y se vaya muriendo nuestra fe.

El nos salvó y nos llamó con una vocación santa. Ya estamos salvados. La salvación la ha ganado Jesucristo con su muerte y resurrección. Y nos la regala. Tú y yo, en nuestra libertad, la podemos acoger o rechazar. La acogemos respondiendo cada día a su llamada.

De este Evangelio fui constituido heraldo, apóstol y maestro.

Sé de quién me he fiado, y … tiene poder para asegurar hasta el final el encargo que me dio. Este es nuestro descanso y el fundamento de nuestra esperanza: que Dios es fiel y cuida de ti, que no deja de amarte nunca y que no hay nada ni nadie que pueda separarnos del amor de Dios.

Que en este tiempo de dificultad y de gracia también tú puedas decir: sé de quién me he fiado.

¡Ven Espíritu Santo!

CANTO

Veni Creator Spiritus

https://www.youtube.com/watch?v=VlKD2tAGO0A&feature=youtu.be

Acción Familiar

De acuerdo con el Catecismo de la Iglesia Católica, los dones del Espíritu Santo son siete: sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios. Estos sostienen la vida moral del cristiano y lo hacen dócil y sensible a la voluntad de Dios.

Gesto

  1. Encender una vela.
  2. Comienzo: En el nombre del Padre….. (Señal de la Cruz)
  1. Gesto en Familia:

En cada momento podemos necesitar más de un don del Espíritu Santo que de otro. Hoy, que cada uno pida por un don especial que necesite en ese momento. El compartirlo con los demás es una buena forma para que recen unos por otros.

  1. Oración final:

Dios nuestro Señor, Padre celestial,

queremos agradecerte de todo corazón por darnos alegría en la tierra

y por enviarnos del cielo tu luz brillante.

Te alabamos por la luz que tú das a nuestro corazón,

luz que nos permite encontrar juntos gran alegría,

porque nos hace uno en ti,

en tu Espíritu y en la espera de tu bondad prometida.

Déjanos ser tus hijos,

siempre encontrando caminos donde tú nos acompañas

y nos das lo que nosotros mismos no podemos.

Que nuestra vida entera te glorifique y cada respiro pertenezca a ti.

En comunión contigo,

permanecemos bajo tu protección en cuerpo, alma y espíritu.

Por todo lo que tú has hecho y harás para nosotros,

acepta nuestro agradecimiento.

Amén

pastoral

pastoral

Leave a Comment