31 ene

Reflexión miércoles 31 de enero

Del evangelio según san Marcos. 6,1-6

En aquel tiempo, Jesús se dirigió a su ciudad y lo seguían sus discípulos. Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada:

«¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada? ¿Y esos milagros que realizan sus manos? ¿No es este el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?».

Y se escandalizaban a cuenta de él. Les decía:

«No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa».

No pudo hacer allí ningún milagro, solo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se admiraba de su falta de fe. Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.

Palabra del Señor

Comentario

Puede sorprender que la primera vez que Jesús regresa a Nazaret con sus discípulos, se le impida hacer milagros. Siendo Jesús el Mesías, verdadero Dios y verdadero Hombre, ¿qué podría impedirle hacer un milagro?

El problema reside en la falta de fe. Solo unas pocas personas se acercan a Él. La mayoría no fueron porque tenían sus razones para rechazarlo: habían conocido a Jesús como uno de ellos pero estaban aferrados a sus prejuicios y no aceptaban su nueva autoridad.

En el Evangelio del domingo veíamos la aceptación de Jesús en Cafarnaún, donde la gente había respondido a su presencia aclamando su autoridad, y llevándole todos los enfermos y poseídos del pueblo para que los curara.

¿Cómo reaccionamos nosotros? Jesús también viene a nuestras vidas trayéndonos el regalo de la fe y nos invita a aceptar su mensaje y a seguirlo. Cuando alguien acepta la fe, se abre un nuevo rango de posibilidades más allá de lo ordinario.

pastoral

pastoral

Leave a Comment