18 mar

Reflexión sábado 18 de marzo

Lectura del santo evangelio según san Lucas (18,9-14):

EN aquel tiempo, dijo Jesús esta parábola a algunos que confiaban en sí mismos por considerarse justos y despreciaban a los demás:
«Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior:
“Oh, ¡Dios!, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo”.
El publicano, en cambio, quedándose atrás, no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: “Oh, ¡Dios!, ten compasión de este pecador”.
Os digo que este bajó a su casa justificado, y aquel no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».

Palabra del Señor

Reflexión

Tenemos a un Dios que siempre nos escucha, un Dios atento a nuestras necesidades, un Dios que al ser Padre quiere dar lo mejor a sus hijos en el momento adecuado de nuestra vida. Muchas veces no sabemos pedir lo que de verdad nos conviene, pero eso no un problema cuando estamos dispuestos a escuchar el camino por el que quiere llevarnos nuestro Señor.

La petición más importante que podemos hacerle al Señor, es que Él lleve nuestra vida, que cumpla su proyecto en nosotros, porque ese proyecto, aun con las adversidades del camino, es la mayor plenitud a la que llegar nuestra vida.

La mejor oración es aquella que nace de la humildad y que pone sin apegos todo en las manos de Señor.

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