Reflexión sábado 24 de julio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (13,24-30):
En aquel tiempo, Jesús propuso otra parábola a la gente: «El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras la gente dormía, su enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó. Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también la cizaña. Entonces fueron los criados a decirle al amo: «Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña?» Él les dijo: «Un enemigo lo ha hecho.» Los criados le preguntaron: «¿Quieres que vayamos a arrancarla?» Pero él les respondió: «No, que, al arrancar la cizaña, podríais arrancar también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega y, cuando llegue la siega, diré a los segadores: ‘Arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo almacenadlo en mi granero’.»»
Palabra del Señor
El evangelio de hoy nos presenta la parábola del trigo y la cizaña. Tanto en la sociedad como en las comunidades y en nuestra vida personal y familiar, todo está mezclado: cualidades buenas e incoherencias, límites y fallos. Experimentamos en nuestro corazón, que somos capaces de cosas hermosas y que somos también capaces de pensamientos, acciones que muchas veces nos da vergüenza. Está parábola, nos anuncia la paciencia de Dios con nosotros; sin embargo, no ocurre lo mismo con nuestro actuar: en ocasiones, tal vez con buena intención, nuestro afán de “purificarlo todo” nos puede llevar a cortar lo bueno cuando intentamos exterminar lo malo. El Señor no quiere eso. Él opta por la paciencia, la espera y la confianza. Su pedagogía es otra, es “dejarlos crecer juntos hasta la siega”. El Señor espera para apiadarse, aguarda para compadecerse, porque así, hasta el gorrión puede encontrar una casa y la golondrina un nido. Si no fuera por la paciencia de Dios, ¿dónde estaríamos todos? Dios tiene paciencia y aunque no quiera al mal, lo tolera y como un Padre nos va acompañando para que podamos descubrir que es necesario convertirnos e ir arrancando con la gracia de Dios.
Mirando en el espejo de la parábola, a quién me parezco más: ¿a los siervos que quieren arrancar la cizaña antes de tiempo, o al dueño que manda esperar hasta la siega?