29 jul

Reflexión sábado 29 de julio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (13,24-30):

En aquel tiempo, Jesús propuso otra parábola a la gente: «El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras la gente dormía, su enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó. Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también la cizaña. Entonces fueron los criados a decirle al amo: «Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña?» Él les dijo: «Un enemigo lo ha hecho.» Los criados le preguntaron: «¿Quieres que vayamos a arrancarla?» Pero él les respondió: «No, que, al arrancar la cizaña, podríais arrancar también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega y, cuando llegue la siega, diré a los segadores: ‘Arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo almacenadlo en mi granero’.»»

Palabra del Señor

REFLEXIÓN

El evangelio de hoy nos presenta la parábola del trigo y la cizaña. Tanto en la sociedad como en las comunidades y en nuestra vida personal y familiar, todo está mezclado: cualidades buenas e incoherencias, límites y fallos. Experimentamos en nuestro corazón, que somos capaces de cosas hermosas y que somos también capaces de pensamientos, acciones que muchas veces nos da vergüenza. Está parábola, nos anuncia la paciencia de Dios con nosotros; sin embargo, no ocurre lo mismo con nuestro actuar: en ocasiones, tal vez con buena intención, nuestro afán de “purificarlo todo” nos puede llevar a cortar lo bueno cuando intentamos exterminar lo malo. El Señor no quiere eso. Él opta por la paciencia, la espera y la confianza. Su pedagogía es otra, es “dejarlos crecer juntos hasta la siega”. El Señor espera para apiadarse, aguarda para compadecerse. Si no fuera por la paciencia de Dios, ¿dónde estaríamos todos? Dios tiene paciencia y aunque no quiera al mal, lo tolera y como un Padre nos va acompañando para que podamos descubrir que es necesario convertirnos e ir arrancándolo de nosotros con la gracia de Dios.
Mirando en el espejo de la parábola, ¿a quién me parezco más: a los siervos que quieren arrancar la cizaña antes de tiempo, ¿o al dueño que manda esperar hasta la siega?

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