8 abr

Reflexión viernes 8 de abril

Lectura del santo evangelio según san Juan (10,31-42):

EN aquel tiempo, los judíos agarraron piedras para apedrear a Jesús.
Elles replicó:
«Os he hecho ver muchas obras buenas por encargo de mi Padre: ¿por cuál de ellas me apedreáis?».
Los judíos le contestaron:
«No te apedreamos por una obra buena, sino por una blasfemia: porque tú, siendo un hombre, te haces Dios».
Jesús les replicó:
«¿No está escrito en vuestra ley: “Yo os digo: sois dioses”? Si la Escritura llama dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios, y no puede fallar la Escritura, a quien el Padre consagró y envió al mundo, ¿decís vosotros: “¡Blasfemas!” Porque he dicho: “Soy Hijo de Dios”? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis, pero si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que comprendáis y sepáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre».
Intentaron de nuevo detenerlo, pero se les escabulló de las manos. Se marchó de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde antes había bautizado Juan, y se quedó allí.
Muchos acudieron a él y decían:
«Juan no hizo ningún signo; pero todo lo que Juan dijo de este era verdad».
Y muchos creyeron en él allí.

Palabra del Señor

Reflexión

 Vamos acercándonos a la Pascua y la Palabra de Dios nos va pre-parando para vivir este acontecimiento.

Porque la celebración no es mero un recuerdo de algo que pasó hace ya dos mil años. No se te invita a mirar todo esto como un espectador curioso, pero en el fondo ajeno a lo que se está viendo.

Ni se te invita a quedarte como un erudito, un estudioso que sabe muchas cosas, que tiene muchos datos, pero que en el fondo no le afecta para nada en su vida.

No. El evangelio te invita a tomar partido, a definirte.

Hemos contemplado como se va estrechando el cerco contra Jesús. Se le acusa de blasfemia, porque tú, siendo un hombre, te haces Dios.

Y aquí el evangelio nos muestra varias reacciones: o crees que Jesús es el Salvador, o le acusas de blasfemo, o piensas que ha perdido el juicio.

Es lo que ocurre en el Evangelio: muchos creyeron en él, otros agarraron piedras para apedrear a Jesús.

¿Dónde quieres estar tú? ¿O quieres como Pilato “lavarte” las manos?

Y la Palabra hoy, como siempre, te invita a creer, a proclamar, como hemos cantado en el salmo y en el versículo antes del Evangelio: Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza; Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador Tus palabras, Señor, son espíritu y vida; tú tienes palabras de vida eterna.

Y a recorrer el camino de tu vida, de tu cruz, con Jesús, con la certeza de que, como nos ha dicho el profeta Jeremías: el Señor está conmigo, como fuerte soldado; mis enemigos tropezarán y no podrán conmigo, porque no hay nada ni nadie que pueda separarme del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús.

En estos tiempos difíciles Tus palabras, Señor, son espíritu y vida; tú tienes palabras de vida eterna, invoca al Señor, como hemos cantado en el Salmo: Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza; Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador… En el peligro invoqué al Señor… y mi grito llegó a sus oídos.

A toda la tierra alcanza su pregón  (cf. Sal 19, 5).

¡Ven Espíritu Santo! 🔥 (cf. Lc 11, 13).

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