Numerosos estudios demuestran que las bacterias acidolácticas tienen un efecto beneficioso o positivo sobre la salud del huésped. Existen varios que estudios que demuestran los mecanismos inmunológicos implicados, así por ejemplo, el consumo de Lactobacillus acdiophilus Lafti L10 disminuye los niveles de IL-23 o el Streptococcus spp. y Leuconostoc spp. son inductores de la respuesta Th1, que permiten neutralizar enfermedades atópicas (alérgicas) y antitumorales. Estos son uno de los cientos de ejemplos existentes que se publican en multitud de revistas biomédicas; pero, ¿quién sospechó sobre las propiedades de la funcionalidad de los alimentos?

Actualmente sabemos que el yogur permaneció durante siglos como alimento propio de Asia y el este Europeo, pero hasta comienzos del siglo XX el biólogo ruso Ilya ILyich Mechnikov (1845-1916; Premio Nobel en 1908 por la Fagocitosis) expuso una teoría sobre el consumo de yogur en la que decía que era responsable de la elevada vida media de los campesinos búlgaros. La idea de la funcionalidad de los alimentos lo denominó probiótico (próvida), considerando que determinados microorganismos eran responsables o esenciales para una buena salud. Mechnikov trabajó arduamente para popularizar el consumo de leche fermentada con Lactobacillus. Unos años después el japonés Minoru Shirota logró cultivar y aíslar Lactobacillus casei. No fue hasta 1935 cuando se popularizó el nombre de Yakult o lo que denominamos hoy, yogur. Este es el inicio de las fermentaciones lácticas industriales y la popularización de los probióticos.

El concepto de probiótico (bacterias acidolácticas) es clave debido a que son microorganismos vivos que se administran o se incluyen en los alimentos y que confieren beneficios para la salud, que es muy distinto que los prebióticos, que son ingredientes no digeribles que estimulan el crecimiento y/o la actividad de uno o varios tipos de microorganismos de nuestra microbiota normal. Concluyo diciendo que un alimento simbiótico es aquel producto o alimento constituido por la mezcla de prebióticos y probióticos. Esta nota aclaratoria permite dar a entender la cantidad de bacterias que habitan en nuestro organismo, de hecho se dice que por cada célula humana existen 10 bacterias vivas o por cada gen humano tenemos 100 genes bacterianos o lo que es lo mismo, somos casi una “macrobacteria en esencia biofilmlizada”

Dr. Tomás García Lozano. Médico Adjunto Microbiología (FIVO). Profesor Asociado en Microbiología. Universidad Católica de Valencia “San Vicente Mártir” (Sede la Inmaculada, Torrent).