Repetir palabras

Recientemente, los medios de comunicación se hacían eco de un vídeo difundido en Internet. En él, un bebé de siete semanas llegaba a emitir de forma casi “mágica” la palabra “hello” que, de modo insistente, le estaba repitiendo su madre (Aquí podéis ver el vídeo).

Obviamente, no podemos decir que esta sea su primera palabra. Aunque el parecido con la forma adulta es evidente, no se cumplen las condiciones para su consideración como “palabra”, ya que la emisión es producto de la imitación inmediata y tampoco tiene una intencionalidad clara. Pero de lo que no cabe duda es de que Cillian, que así se llama el bebé, demuestra una potencial extraordinario para una capacidad fundamental en el proceso de adquisición del lenguaje: la repetición.  La capacidad para repetir una forma fonológica nueva es una de las habilidades lingüísticas más importantes. Cada palabra que conocemos nos fue en su momento desconocida, y una de las vías de entrada en nuestro lexicón se produjo, precisamente, mediante los intentos por repetirla. Esta tarea de formar representaciones de nuevas formas fonológicas es un componente clave del desarrollo del lenguaje, en el que juega un papel esencial el bucle fonológico (phonological loop) (Baddeley, 1986), especializado en la retención de información verbal durante un breve periodo de tiempo.  Está formado por el almacén fonológico, ligado a la percepción del habla, y el proceso de control articulatorio, relacionado con la producción oral, y usado para repetir y almacenar la información verbal. De acuerdo con Baddeley, Gathercole y Papagno (1998), el bucle fonológico actúa como un mecanismo fundamental para el aprendizaje de nuevos términos. Hasta tal punto es así que se ha demostrado que la habilidad para repetir palabras y pseudopalabras correlaciona de forma positiva con el desarrollo léxico (Mariscal y Gallego, 2013), y resulta ser un buen marcador de los trastornos específicos del lenguaje (Bishop, North & Donland, 1996).

Además de la capacidad para repetir, otro de los motores para el aprendizaje del lenguaje lo constituyen las reacciones de los padres o cuidadores a esos primeros sonidos inmaduros, ya que permiten crear oportunidades excepcionales para la adquisición de la fonología. Así lo constataron Goldstein, King y Meredith (2003) en un estudio en el que la coordinación de la conducta paterna o materna con el balbuceo de sus hijos parecía facilitar la producción de vocalizaciones más avanzadas, similares en su estructura a las sílabas canónicas. Y un ejemplo excelente de esta conducta contingente lo podemos observar en la madre de Cillian, que repite una y otra vez la misma palabra con la entonación característica del “baby-talk”.

Cillian, el bebé que dice "hello"

Cillian, el bebé que dice «hello»

Una vez más, las posibilidades actuales para poder registrar fácilmente las primeras emisiones infantiles nos permiten observar y también compartir el prodigioso y todavía enigmático proceso de adquisición del lenguaje. Así que… ¡Hola  Cillian! Y bienvenido a este viaje.

(Aquí puedes leer la noticia)

REFERENCIAS

Baddeley, A. D. (1986). Working Memory. Oxford: Oxford University Press.

Baddeley, A., Gathercole, S., & Papagno, C. (1998). The phonological loop as a language learning device. Psychological Review, 105, 1, 158-173.

Mariscal, S., & Gallego, C. (2013). La imitación como herramienta para investigar y evaluar el desarrollo lingüístico temprano: un estudio piloto de repetición de palabras y pseudopalabras. Revista de Investigación en Logopedia, 3, 1, 53-75.

Bishop, D. M. V., North, T., & Donland, C. (1996). Non-word repetition as a behavioral marker for inhereted language impairment: Evidence from a twin study. Journal of Child Psychology and Psychiatry, 37, 391-403.

Goldstain, M., King, A., & Meredith, J. (2003). Social interaction shapes babbling: testing parallels between birdsong and speech. Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America, 100, 13, 8030-8035.

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