Refelxión miércoles 15 de septiembre
Del Evangelio según san Juan 19, 25-27
Ahí tienes a tu Madre
En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María la de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a su madre y junto a ella al discípulo que tanto quería, Jesús dijo a su madre: «Mujer, ahí está tu hijo.»
Luego dijo al discípulo: «Ahí está tu madre.»
Y desde entonces el discípulo se la llevó a vivir con él.
Palabra del Señor
REFLEXIÓN
Ayer celebramos la fiesta de la Exaltación de la Cruz de Cristo, que nos revela plenamente la misericordia y el amor de Dios.
Hoy conmemoramos a María, Virgen de los Dolores, que ora e intercede en la fe… en la hora de la nueva Alianza, al pie de la Cruz (cf. Catecismo, 2618).
La carta a los Hebreos nos dice que Cristo…, a pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación eterna.
La clave que une a Cristo con María y después a los discípulos con Él es la obediencia a la voluntad del Padre: este es el camino de la salvación y de la vida. Esta obediencia confiada es signo de vivir en el Espíritu.
En el Evangelio contemplamos a María al pie de la cruz, desde donde Jesús mira a María, su Madre, y le confía al apóstol Juan.
María es imagen de la Iglesia, que está naciendo en ese momento y que debe ser recibida por todos los discípulos como algo propio.
Juan simboliza a los verdaderos discípulos: la pertenencia a la Iglesia es esencial en el discípulo de Cristo.
Lo propio del discípulo es la fe; una fe vivida en la Iglesia, que está naciendo en la Cruz de Cristo: de su costado brotará sangre y agua, signos del Bautismo y de la Eucaristía.
Estos dos sacramentos son signo de la Iglesia, nueva Eva que nace del costado del nuevo Adán.
El que está bajo la cruz con María, aprende a amar como Jesús. La Cruz es la certeza del amor fiel de Dios por nosotros. Un amor tan grande que entra en nuestro pecado y lo perdona, entra en nuestro sufrimiento y nos da fuerza para sobrellevarlo, entra también en la muerte para vencerla y salvarnos… La Cruz de Cristo invita también a dejarnos contagiar por este amor, nos enseña así a mirar siempre al otro con misericordia y amor, sobre todo a quien sufre, a quien tiene necesidad de ayuda (Francisco).
A toda la tierra alcanza su pregón (cf. Sal 19, 5).
¡Ven Espíritu Santo! (cf. Lc 11, 13).
Acción Familiar
“Su padre y su madre estaban maravillados por todo lo que se decía del niño” (Lucas 2,33).
Gesto
- Encender una vela.
- Comienzo: En el nombre del Padre… (Señal de la Cruz)
- Gesto en Familia:
Reflexión: Dios no está ajeno a mi libertad. Su Espíritu da vida a mis deseos más íntimos, empujándome suavemente hacia el bien.
Pido la gracia de dejarme envolver por el Espíritu Santo.
- Oración final:
Cuando entro en tu presencia, oh Señor,
sé que estoy en la presencia de mi Creador.
Tú me creaste por amor
incluso conoces la cantidad de pelos de mi cabeza.
Tu presencia, oh Señor, es la más grande de todas
Te pido la gracia de creer en lo que podría llegar a ser y hacer,
si solo te permitiera continuar tu obra en mí.
Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo,
Como era en un principio,
Ahora y siempre.
por los siglos de los siglos
Amén.