Reflexión del viernes, 12 de marzo

Shema

EVANGELIO

Marcos 12,28b-34
En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó:
– «¿Qué mandamiento es el primero de todos?»
Respondió Jesús:
– «El primero es: «Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser.» El segundo es éste: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo.» No hay mandamiento mayor que éstos.»
El escriba replicó:
– «Muy bien, Maestro, tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios.»
Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo:
– «No estás lejos del reino de Dios.»
Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.
Palabra del Señor

REFLEXIÓN

Es propio de una persona inteligente preguntarse en cada circunstancia: ¿Qué es más importante? Así lo hacen los estudiantes que se preparan para los exámenes, los gobernantes honestos, los educadores…

También en nuestra vida moral hay unos deberes fundamentales, indispensables, válidos para todos. En primer lugar está la caridad. Los mártires son venerados porque su muerte es un signo de amos: “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos” (Jn 15,13).

  1. Ireneo de Lyon escribe: “para salvarse, no sirve saber mucho, sino amar mucho.”

Parece irrealizable la exhortación de amar a Dios sobre todas las cosas. Pero, incluso quien se declara enamorado, o quien cultiva alguna pasión, puede no perder la cabeza hasta el punto de no dar precedencia a la ley de Dios, cuando está en conflicto con este “amor”.

En los caminos, tiene la precedencia quien va por la derecha o por la vía principal; metafóricamente podemos decir que, en nuestra vida, Dios siempre va por la derecha. Él tiene la precedencia por encima de todos nuestros intereses, incluso cuando seguimos adelante ignorándolo.

Los padres son felices cuando alaban a su hijo. El vínculo entre ellos es tan fuerte que el éxito del hijo es su propio éxito.

Un hermoso ejemplo de unión espiritual es la historia del Antiguo Testamento. La gloria del Señor se identifica con las victorias y con la fuerza de los judíos, que orando dicen: “Señor Dios nuestro”, porque sienten a Dios profundamente suyo.

Si nosotros también sintiéramos a Dios profundamente nuestro, sentiríamos los éxitos de su Reino como nuestra alegría y las derrotas como un motivo de tristeza. La amistad significa estar preparados para cuando nos necesita un amigo. Dios no necesita nada, pero nos ama y nos pide nuestra amistad. Podemos demostrarla colaborando con Él en la realización de su Reino en la tierra. Esta es la misión que Dios confía a los hombres. Quien ama a Dios, cuando Dios llama, responde con las palabras de Isaías: “Aquí estoy, envíame.

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