Reflexión domingo 15 de diciembre
Lectura del santo evangelio según san Lucas 3,10-18
En aquel tiempo, la gente preguntaba a Juan: «Entonces, ¿qué debemos hacer?».Él contestaba: «El que tenga dos túnicas, que comparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo». Vinieron también a bautizarse unos publicanos y le preguntaron: «Maestro, ¿qué debemos hacer nosotros?». Él les contestó: «No exijáis más de lo establecido». Unos soldados igualmente le preguntaban: «Y nosotros, ¿qué debemos hacer?». Él les contestó: «No hagáis extorsión ni os aprovechéis de nadie con falsas denuncias, sino contentaos con la paga». Como el pueblo estaba expectante, y todos se preguntaban en su interior sobre Juan si no sería el Mesías, Juan les respondió dirigiéndose a todos: «Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, a quien no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego; en su mano tiene el bieldo para aventar su parva, reunir su trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no se apaga». Con estas y otras muchas exhortaciones, anunciaba al pueblo el Evangelio.
Palabra del Señor
Reflexión
Ante un mensaje tan sorprendente como el que anunciaba Juan el Bautista, resulta lógico preguntarse: ¿qué debo hacer? ¿Cómo tengo que prepararme ante la llegada del Mesías?
Las respuestas de Juan el Bautista pueden resumirse en una idea: es necesario un cambio de vida. Se requiere una disposición total a recibir a Aquel que es más grande que nosotros. Para recibir a Cristo, hay que dejarse bautizar, hay que nacer de nuevo y hay que dejar que el Espíritu actúe en nosotros.
¿De qué cosas me debo desprender para dejar espacio a Dios? ¿Qué actitudes debo cambiar en mi vida para dejar que Dios me transforme? ¿Me asombro ante la grandeza de un Dios que lo da todo por mí?
Ojalá que, con un corazón bien dispuesto, podamos acoger con una alegría inmensa la Buena noticia, el Evangelio: Que Dios, a pesar de todo, no se ha olvidado de nosotros.