12 dic

Reflexión domingo 12 de diciembre

Lectura del santo evangelio según san Lucas (3,10-18):

En aquel tiempo, la gente preguntaba a Juan:
«¿Entonces, qué debemos hacer?»
Él contestaba:
«El que tenga dos túnicas, que comparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo».
Vinieron también a bautizarse unos publicanos y le preguntaron:
«Maestro, ¿qué debemos hacemos nosotros?»
Él les contestó:
«No exijáis más de lo establecido».
Unos soldados igualmente le preguntaban:
«Y nosotros, ¿qué debemos hacer nosotros?»
Él les contestó:
«No hagáis extorsión ni os aprovechéis de nadie con falsas denuncias, sino contentaos con la paga».
Como el pueblo estaba expectante, y todos se preguntaban en su interior sobre Juan si no sería el Mesías, Juan les respondió dirigiéndose a todos:
«Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, a quien no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego; en su mano tiene el bieldo para aventar su parva, reunir su trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no se apaga».
Con estas y otras muchas exhortaciones, anunciaba al pueblo el Evangelio.

Palabra del Señor

Reflexión

Celebramos hoy el tercer domingo de Adviento, conocido también por el domingo de Gaudete, es decir, domingo de la alegría, porque se nos anuncia de una manera especial que “el Señor está cerca”.

A todos nos encanta estar alegres y Dios quiere que participemos de esta alegría con él. Por eso nos ofrece la posibilidad de darnos a Jesús, porque solamente con él estaremos realmente alegres. Porque solo las alegrías que proceden de dentro, de lo más profundo del hombre, tienen capacidad de alegrar el corazón.

Para eso tenemos que tener fe. Las fiestas que se acercan no son solamente compras y regalos, hay algo más de fondo. Los cristianos celebramos la vida del Señor, sus misterios salvadores que no son recuerdo del pasado.

En el evangelio Juan el Bautista, “voz que clama en el desierto”, se dirige a las multitudes, invitando a la conversión para el perdón de los pecados. Porque la gran noticia es que “Dios no quiere la condena del pecador, sino que se convierta y viva”.

 

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