27 feb

Reflexión lunes 27 de febrero

Lectura del santo evangelio según san Mateo 25, 31-46.

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles, entonces se sentará en su trono de gloria. Serán congregadas delante de él todas las naciones, y él separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos. Pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces dirá el Rey a los de su derecha: «Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme.» Entonces los justos le responderán: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; o sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero, y te acogimos; o desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?» Y el Rey les dirá: «En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis.» Entonces dirá también a los de su izquierda: «Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el Diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; era forastero, y no me acogisteis; estaba desnudo, y no me vestisteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis.» Entonces dirán también éstos: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento o forastero o desnudo o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?» Y Él entonces les responderá: «En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo.» E irán éstos a un castigo eterno, y los justos a una vida eterna.

Palabra del Señor.

 

REFLEXIÓN

Queridos amigos y amigas:

El Evangelio de hoy nos habla del juicio final, donde nuestros corazones serán expuestos ante el Señor para ver si fueron fríos o calientes, de piedra o de carne, cerrados o abiertos.

Pero no es necesario esperar a ese día, porque una vida presente con un corazón enfriado es una vida triste, apagada, sin aliciente, sin alegría. No se trata de hacer el bien para sufrir y conseguir un pasaje para la vida eterna, sino de hacer el bien por convicción, sabiendo que todo el amor que damos lo recibimos ya en esta vida, el “ciento por uno”, aunque con creces en la eterna.

Mirando nuestra vida hasta este tiempo: ¿hicimos o no hicimos las obras concretas y efectivas en favor de quien necesita lo más básico en su existencia? Es a Jesús mismo a quien servimos en los hermanos y hermanas más desamparados. En ellos, él está esperando el amor hecho obras.

Entrenarnos para amar aquí y ahora es a lo que nos invita la Cuaresma de manera más intensa, porque su final, la pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor, es la máxima lección de amor que Él nos ha dejado.

Preguntémonos hoy ¿Qué estoy haciendo o espero hacer por “los pequeños” (pobres, marginados, etc.) en este tiempo?

Cristo, el día de hoy, nos viene a recordar cuál es la esencia de su mensaje: la caridad.

La caridad no como mera filantropía, sino como verdadero amor a Dios que vive realmente en mi prójimo. Jesús nos lo dice clarísimo «a mí me lo hicisteis», y además con ejemplos prácticos. Esta caridad brota naturalmente del amor a Dios. Si amo a Dios no puedo dejar de amar a mi hermano.

Lo decisivo es vivir con compasión ayudando a quien sufre y necesita nuestra ayuda. Este es el grito de Jesús a toda la humanidad: ocupaos de los que sufren, cuidad a los pequeños. En ninguna parte se construirá la vida tal como la quiere Dios si no es liberando a las gentes del sufrimiento.

Hermanos, que la Cuaresma, sea para todos, un tiempo favorable para salir por fin de nuestra alienación existencia, gracias a la escucha de la Palabra y a las obras de misericordia. Seamos animosos en practicar la caridad con nuestros semejantes, estemos vigilantes en cuidar a los más necesitados que conviven con nosotros y esforcémonos en hacer cada día algo positivo para mejorar la vida de quien padece alguna necesidad.

 “Quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve”. Sin el amor al prójimo no hay amor a Dios. El amor a Dios se expresa y se hace concreto solamente en el amor al prójimo.

¡Feliz día!, disfrutad y dejaos moldear por Dios.

pastoral

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