15 nov

Reflexión martes 15 de noviembre

Lectura del santo evangelio según san Lucas (19,1-10):

En aquel tiempo, Jesús entró en Jericó e iba atravesando la ciudad.
En esto, un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de ver quién era Jesús, pero no lo lograba a causa del gentío, porque era pequeño de estatura. Corriendo más adelante, se subió a un sicomoro para verlo, porque tenía que pasar por allí.
Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y le dijo:
«Zaqueo, date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa».
Él se dio prisa en bajar y lo recibió muy contento.
Al ver esto, todos murmuraban diciendo:
«Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador».
Pero Zaqueo, de pie, dijo al Señor:
«Mira, Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres; y si he defraudado a alguno, le restituyo cuatro veces más».
Jesús le dijo:
«Hoy ha sido la salvación de esta casa, pues también este es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido».

Palabra del Señor

Reflexión
Zaqueo estaba ansioso por ver a Jesús, pero no podía hacerlo debido a la multitud. Así que tuvo que subirse a un árbol y vislumbrar a Jesús. El resto es historia. Formar parte de una multitud nos ayuda a sentirnos uno con los demás y a formar parte de una realidad mayor. Sin embargo, también puede impedirnos un encuentro personal. Las multitudes pueden ser manipuladoras y conducir al «pensamiento de grupo», impidiéndonos una verdadera visión de la realidad. Esto también puede aplicarse a las cuestiones de fe. Aunque es esencial y útil formar parte de un grupo, también es necesario tomarse un «tiempo libre» para dedicarlo a la oración, la reflexión y el encuentro personales. Hay que encontrar a Dios tanto en la comunidad como en la cámara sagrada del alma. ¿Qué tan difícil ha sido para ti retirarte del ajetreado mundo de tu vida y pasar algún tiempo -un día o una semana- a solas con el Solo?
pastoral

pastoral

Leave a Comment