Reflexión miércoles 23 de noviembre
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 21, 12-19
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a las cárceles, y haciéndoos comparecer ante reyes y gobernadores, por causa de mi nombre. Esto os servirá de ocasión para dar testimonio.
Por ello, meteos bien en la cabeza que no tenéis que preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro.
Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os entregarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán a causa de mi nombre. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas».
Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas, hemos escuchado en el Evangelio. Esta es una de las claves del discipulado. El Señor no te ha llamado para ser discípulo a tiempo parcial. Te dice, como hemos cantado en el Aleluya: Sé fiel hasta la muerte y te daré la corona de la vida.
Perseverar quiere decir mantenernos fieles a Jesucristo y en comunión con la Iglesia.
Pero Jesús nos dice que esta fidelidad y perseverancia no son fáciles: el que quiera mantenerse fiel sufrirá persecución y será abandonado y traicionado por los hombres: todos os odiarán a causa de mi nombre.
Dice el Papa Francisco que el mundo odia a los cristianos por la misma razón por la cual ha odiado a Jesús, porque Él ha traído la luz de Dios y el mundo prefiere las tinieblas para esconder sus obras malvadas.
Además, el Señor nos invita a no tener miedo, a vivir confiando en su amor y en su misericordia: yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro…, ni un cabello de vuestra cabeza perecerá.
No es el discípulo más que el Maestro, y así el Señor nos invita no sólo a soportar la persecución, sino a confiar en la victoria definitiva que nos ha recordado la primera lectura: los vencedores de la bestia estaban de pie… Y cantan el cántico de Moisés, el siervo de Dios, y el cántico del Cordero, porque vendrán todas las naciones y se postrarán ante ti, porque tú solo eres santo y tus justas sentencias han quedado manifiestas.
La fidelidad y la perseverancia tienen un precio: la cruz; pero también tienen un regalo: la vida eterna. Dios es fiel ¡y cumple sus promesas!
Por eso, tú también estás llamado a vivir cantando al Señor un cántico nuevo porque también en tu vida ha hecho maravillas.
¡Ven Espíritu Santo! (cf. Lc 11, 13).
Acción Familiar
«Me detengo frente a tu puerta y llamo», dice el Señor. Que privilegio más maravilloso es el que el Señor de la Creación desee venir a visitarme.
Gesto
- Encendemos una vela.
- Comienzo: En el nombre del Padre… (Señal de la Cruz)
- Gesto en Familia:
¿Si Dios estuviera tratando de decirme algo, lo notaria?
¿Si Dios me aconsejara o me desafiara, me daría cuenta?
Pido la gracia de librarme de mis preocupaciones, y estar atenta/o a escuchar lo que Dios me diga… … Lo comparto con los demás miembros de mi familia.
- Oración final:
Dios, estás conmigo …
Ayúdame a recoger y guardar todo lo bueno y luminoso con gratitud.
Enséname a poner atención a las sombras de mi vida y a lo que ellas me dicen.
Ilumíname para poder buscar la sanación, la valentía y el perdón.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.