Reflexión sábado 22 de abril
Lectura del santo evangelio según san Juan (6,16-21):
Al oscurecer, los discípulos de Jesús bajaron al mar, embarcaron y empezaron la travesía hacia Cafarnaúm. Era ya noche cerrada, y todavía Jesús no los había alcanzado; soplaba un viento fuerte, y el lago se iba encrespando. Habían remado unos veinticinco o treinta estadios, cuando vieron a Jesús que se acercaba a la barca, caminando sobre el mar, y se asustaron.
Pero él les dijo:
«Soy yo, no temáis».
Querían recogerlo a bordo, pero la barca tocó tierra en seguida, en el sitio adonde iban.
Palabra del Señor
REFLEXIÓN:
En el Evangelio de hoy Jesús camina sobre las aguas y se acerca a la barca de los apóstoles que reman con dificultad por el viento fuerte… Todo lo que se relata ocurre “en la noche”, en medio de tormentas y movimientos que no deseamos y que nos asustan e inquietan.
Nosotros podemos compararlo con la barca de nuestra vida, de nuestra familia, con la noche que significa la ausencia de Jesús y que encontramos en los diversos acontecimientos de la vida de cada ser humano. ¡Cuántas situaciones hay en la vida personal y en la vida de la Iglesia que no comprendemos, que nos desconciertan y asustan! En medio de todo esto, surge la ternura de la voz de Jesús, que nos dice “no temáis”.
Él sigue diciéndonos que no temamos, que afrontemos la novedad y aquello que nos desconcierta con la certeza de que Él está cerca y nos guía con seguridad a nuestra meta. Él está ahí, con nosotros y en nosotros. De este modo, no hay lugar para el temor.
¿Ante qué realidades o situaciones el Señor me dice que no tema? ¿cuáles son los mares agitados que hoy me toca enfrentar?