29 abr

Reflexión sábado 29 de abril

Lectura del santo evangelio según san Mateo (11,25-30):

En aquel tiempo, exclamó Jesús: «Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»

Reflexión

«Nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar». En la persona de Jesús conocemos la naturaleza auténtica de Dios, que es ante todo un Padre amoroso y misericordioso que tiene un gran proyecto de amor con toda la creación.

Este mismo Padre, es el que nos ofrece descansar en los brazos del Buen Pastor. Solo en sus brazos encontramos paz y sentido a las dificultades. Ciertamente las dificultades no se irán, pero con Jesús cobran otro sentido y en Él renovamos nuestra fuerza. Sin embargo, para acceder a este descanso, la llave es la fe, esa fe que deposita las preocupaciones en las manos del Señor, esa fe que camina sabiendo que con el Señor todo llegará a buen puerto.

A confiar y descansar en los brazos de nuestro Señor.

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