7 dic

Reflexión sábado 7 de diciembre

Lectura del santo evangelio según san Mateo 9, 35 — 10, 1. 5a. 6-8

En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia.

Al ver a las muchedumbres, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, «como ovejas que no tienen pastor».

Entonces dice a sus discípulos:
«La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies».

Llamó a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y toda dolencia.

A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones:
«Id a las ovejas descarriadas de Israel. Id y proclamad que ha llegado el reino de los cielos. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, arrojad demonios. Gratis habéis recibido, dad gratis».

Palabra del Señor

Reflexión:

El Adviento es un tiempo privilegiado para acercarnos de manera especial al Señor. Es una oportunidad para detenernos, evaluar cómo hemos vivido durante este año y reflexionar sobre nuestra relación con Dios y con los demás. Este tiempo nos invita a preguntarnos: ¿Cómo hemos practicado la misericordia con nuestros hermanos? ¿Hemos sido verdaderos anunciadores de Jesús con nuestras palabras y acciones, o nos hemos enfocado en nuestros propios intereses y en anunciarnos a nosotros mismos?

Adviento también es un tiempo de gratitud. Preguntémonos: ¿Cuánto hemos recibido este año? ¿Hemos sido conscientes de las bendiciones que Dios nos ha concedido? ¿Cómo hemos respondido con generosidad a todo lo que se nos ha dado?

El Evangelio nos recuerda que, como discípulos del Señor, hemos recibido autoridad sobre el mal. Esto nos confirma que el bien, la verdad y la misericordia siempre tienen la última palabra. Sin embargo, esta autoridad no es para nuestro beneficio personal, sino para servir, sanar y compartir la Buena Nueva.

Que este tiempo de especial cercanía al Señor nos renueve en nuestra fe y nos fortalezca para ser auténticos misioneros de su amor y misericordia. Vivamos este Adviento con un corazón dispuesto a seguir el ejemplo de Jesús: anunciar el Reino de Dios con humildad, valentía y caridad.

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