Reflexión viernes 26 de mayo
Del Evangelio según san Juan 21,15-19
Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos, después de comer, le dice a Simón Pedro: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?». Él le contestó: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero». Jesús le dice: «Apacienta mis corderos». Por segunda vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?». Él le contesta: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero». Él le dice: «Pastorea mis ovejas». Por tercera vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?». Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez: «¿Me quieres?» y le contestó: «Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero». Jesús le dice: «Apacienta mis ovejas. En verdad, en verdad te digo: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras». Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios. Dicho esto, añadió: «Sígueme».
Palabra del Señor
Reflexión
Por tres veces Cristo Resucitado interroga a San Pedro sobre su amor a Él.
Se lo pregunta a quien tres veces le negó.
Y así, por una infinita misericordia, Cristo permite a Pedro que la misma boca que lo negó, ahora pueda expresar la honda verdad de su corazón, su amor a su Señor.
Este perdón de Cristo no se queda en un acto de cancelación de la ofensa, sino que va asociado a un plus de confianza: le otorga a San Pedro el cuidado de sus ovejas, sus propias ovejas, las de Jesús. Es como decirle “no sólo te perdono por tu traición, sino que además te confío aquello que para mí es más preciado, las ovejas que me ha dado mi Padre”.
Y junto a la misión, el martirio. Jesús anuncia a Pedro su martirio, un martirio por el que San Pedro alcanzará su más ardiente anhelo: identificarse con su Maestro incluso en su muerte. Ese cíngulo con el que se ceñirá San Pedro no será solamente el instrumento que usen sus verdugos cuando lo lleven a crucificar. Será el lazo que lo una a su Señor y así, el que ante la Pasión huyó despavorido, podrá ahora dar la vida por Cristo.
El martirio es así un motivo de amor y alegría para San Pedro. “Aunque un día flaqueé vergonzosamente, mi Señor me da una nueva oportunidad para testimoniar (= “ser mártir”) que creo en Él y lo amo”.