Empoderamiento del paciente, por José Carlos Bermejo.

Empoderamiento del paciente, por José Carlos Bermejo.

Hay claves que se ponen encima de la mesa por temporadas. Se ponen de moda. Sin duda, esta es una: el empoderamiento del paciente, como elemento fundamental de la humanización de la asistencia sanitaria. Se trata de reconocer que el paciente no es objeto, que tiene voz y que es el protagonista, y que escucharle, tanto individualmente como a través de las asociaciones de pacientes, es imprescindible para saber de qué hablamos y para que la humanización se centre realmente en el paciente.

Pero es bueno ser respetuoso con las palabras y preguntarlas sobre su origen y su historia. La palabra empoderamiento… El término «empoderamiento» tiene distintas acepciones de acuerdo al contexto social y político en que se define. Cobró especial fuerza en las décadas de 1960 y 1970 en los Estados Unidos de Norteamérica, con los movimientos sociales por la lucha de los derechos civiles de mujeres, homosexuales y discapacitados, basándose principalmente en el concepto de empoderamiento que Paulo Freire acuñó respecto a la educación de los grupos oprimidos.

Posteriormente, el término ha tomado múltiples sentidos según la corriente ideológica que lo sostenga. Sin embargo, se puede asociar el empoderamiento como una confluencia de conceptos como el auto-fortalecimiento, control y poder propio, autoconfianza, capacidad de decisión propia, independencia y libertad del individuo, aunque es igualmente considerable en un nivel colectivo. Según esto, se podría definir el empoderamiento como «la expansión de la libertad, la autoridad y el poder de la persona sobre los recursos y las decisiones que afectan su vida».

En medicina, el término es introducido en busca de una visión que trascienda la salud en sí y que considere al individuo inmerso en una cultura y ambiente específicos, como parte de un todo. Es decir, una visión que se aproxime al paciente desde una perspectiva socioambiental. El ideario de esta concepción se resume en la «Carta de Ottawa«, elaborada en la conferencia internacional de promoción de la salud de 1986 y en la «Declaración de Alma Ata«, ambas bajo el auspicio de la Organización Mundial de la Salud. Esta ideología considera que la justicia social, la equidad, la educación, un ecosistema saludable, la estabilidad social y un salario digno son antecedentes esenciales que comprometen la salud y la calidad de vida. Si bien esta perspectiva de la salud se encuentra considerablemente extendida y aceptada en el discurso, en la práctica pasa por un período de transición.

Sin embargo, a pesar de que el enfoque socio-ambiental de la salud sea puesto en práctica en determinados casos, aún surgen múltiples interrogantes en cuanto a cómo impacta a la práctica de los profesionales de la salud. ¿Cómo debemos modelar la relación profesional con quien demanda nuestros servicios? ¿Cómo se debiera estructurar la relación interprofesional? ¿Cuáles son los elementos fundamentales para estructurar sistemas que respondan a esta concepción holística? Probablemente no existe una misma respuesta para cada caso.

En este momento, el modelo imperante en la relación médico-paciente es el empírico, en el cual se tiende a «objetivar» a este último. Teniendo como base filosófica a Hegel, se establece un modo de conocer el mundo que en salud se traduce en constituir categorías según los síntomas y signos de quien demanda la atención. Esta esquematización ha resultado de gran utilidad para el desarrollo y aplicación del conocimiento. No obstante, su ejercicio tiene algunos riesgos al establecer una relación sujeto-objeto. Por un lado, quien demanda la atención espera recibir ya sea información, instrucción o procedimiento que cambiará su condición de salud. Por otro lado, el profesional ve en quien consulta un problema que categorizará de una manera determinada.

Sobre el autor del artículo «Counselling no directivo»

ayudaJose Carlos Bermejo Higuera es Doctor en Teología Pastoral por el Camillianum –Roma-. Posee un máster en Bioética por la Universidad Pontificia de Comillas, un máster en Counselling y otro máster en Intervención en Duelo por la Universidad Ramón Llull de Barcelona.  Postgrado en Gestión de residencias y servicios para las personas mayores. Su actividad investigadora se  centra en investigación y producción de técnicas de apoyo en el cuidado a personas en situación de dependencia, de recursos didácticos de apoyo en Alzheimer y otras, en la integración estudiante de medicina-paciente: tipos de respuesta que la caracteriza y en la integración del personal de salud con la persona adulta mayor: tipos de respuesta que la caracteriza. Imparte clases sobre humanización y counselling en contextos de salud, de final de vida y programas de duelo. Actualmente ejerce como Co-director del “máster oficial en Counselling” on-line, Universidad Católica de Valencia desde 2014, entre otros posgrados que ha dirigido durante su carrera profesional. Colaborador en diversas revistas de geriatría, counselling, duelo, cuidados paliativos, humanización de la salud, ética y pastoral de la salud.
Pertenece a diversas sociedades científicas, tales como a la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, a la Sociedad Española de Cuidados Paliativos, a la Sociedad Española de Bioética Fundamental y Clínica, es presidente de la Asociación de counselling humanista de España (ACHE).
Entre sus libros publicados como editor destacan: «Empatía terapéutica», «Introducción al counselling», «Humanizar la asistencia sanitaria», “La muerte enseña a vivir. Vivir sanamente el duelo”, “Jesús y la salud”. Colabora regularmente en las siguientes revistas: “HUMANIZAR”, “ARS MÉDICA” y en “CUIDADOS PALATIVOS”.

Blog de José Carlos Bermejo

Postgrados de Psicología, Logopedia y Terapia Ocupacional de la UCV

Universidad Católica de Valencia (UCV)

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