Terapia Ocupacional en la sanidad pública: un vacío incomprensible
Compartimos esta publicación de Ángel Lluís Ferrando Morales en el Diario Información el pasado día 18 de Abril.
El aumento progresivo de los accidentes cerebro-vasculares y muy especialmente los ictus isquémicos, sitúa estos últimos de plena actualidad: aproximadamente y por lo que sabemos en general, los ictus isquémicos suponen el 80% de todos los ictus y en estos momentos su incidencia se estima en 150-200 casos por 100.000 habitantes/año. Es la tercera causa de mortalidad en España. Como podemos ver no se trata, en absoluto, de un asunto baladí. Tampoco lo es su rehabilitación, tanto la física como la cognitiva, que en algunos casos puede rondar porcentajes de recuperación cercanos al 100 % y que, en el caso de la segunda, permanece casi olvidada en el momento actual para nuestra sanidad pública, alejándola de la sociedad en general y de las personas más desfavorecidas en particular.
Después de sufrir un ictus isquémico en la arteria cerebral anterior derecha de etiología indeterminada que dejó paralizada la mitad izquierda de mi cuerpo, tuve la suerte de salvar la vida y ser derivado con celeridad al HACLE (Hospital de Atención a pacientes Crónicos y de Larga Estancia) de La Pedrera (Dénia). Un centro perteneciente a la red de hospitales públicos de la Consellería de Sanidad de la Generalitat Valenciana, que desde 2009 atiende a enfermos de larga estancia en las antiguas instalaciones del hospital de la Marina Alta. Allí entre en contacto con la rehabilitación global, tanto física como cognitiva y dentro de esta última con la Terapia Ocupacional (TO) que resultó ser un auténtico descubrimiento. un grupo de profesionales, infraestructura y servicios magníficos? un equipo humano excepcional? pero, ¿y después del alta hospitalaria del HACLE?
Trabajas duro en tu estancia en el centro sanitario y se van obteniendo competencias en las denominadas Actividades Básicas de la Vida Diaria (ABVD). Y todo ello se consigue si se cuenta con los profesionales adecuados que te estimulan y te enseñan para acercarte lo máximo posible a la vida que llevabas anteriormente. Una vez has salido del hospital y habiendo adquirido unas condiciones aceptables en poco tiempo (caminar, comer solo, etcétera) el acceso a continuar con la rehabilitación física (fisioterapeutas, logopedas, etcétera) se contempla habitualmente. Pero, la rehabilitación cognitiva y neuropsicológica se mantiene en un segundo plano para las instituciones y, demasiadas veces también para los pacientes aunque los profesionales de todos los ámbitos implicados determinen su importancia, cosa que yo corroboro personalmente.
En este sentido, la Terapia Ocupacional es todavía un misterio para una gran mayoría de la sociedad, pero debería dejar de serlo de inmediato. Este es el sentimiento que me invade desde hace meses, desde el día en que conocí, de primera mano, los efectos beneficiosos para los que hemos tenido la mala suerte de vivir las consecuencias de un accidente de este tipo. Sin desmerecer ningún tipo de actividad laboral ni la funcionalidad y beneficio de la TO en todos los ámbitos, aún adquiere mayor importancia, si cabe, cuando el trabajo interrumpido traumáticamente por el accidente cerebro-vascular es de naturaleza creativa o intelectual: es en este caso, donde la rehabilitación cognitiva se convierte en cardinal para la mejora global a la que todos lícitamente aspiramos.
Y volvemos a la dura realidad de nuestra sanidad pública general, que pese a tener un equipo de profesionales valientes, entregados y de calidad contrastada, tienen que luchar a menudo contra una gestión de los recursos, no siempre acertada y maquillada en demasiada ocasiones de deficiencias y imposibilidades que esconden otros intereses. Una de esas deficiencias es la inexistencia de la TO para todos en nuestra sanidad pública. Quizás no soy yo la persona adecuada para insistir en estos asuntos sin tener toda la información al alcance, ni este es el foro idóneo ni la función de estas palabras, pero, sin embargo, creo que me encuentro perfectamente legitimado para defender mis derechos y reivindicar los que considero justos y necesarios para todos.
En todo el proceso que he vivido y, sobre todo después de conocer conscientemente la Terapia Ocupacional es, pues, un inicio de rehabilitación sensu stricto y un complemento a la vez. Complemento y génesis de una rehabilitación obligatoria e incontestable. Es, por tanto, no sólo una cuestión lícita de salud y bienestar, sino también de justicia e igualdad y, si me apuran, aún a riesgo de parecer insensible y/o utópico, un nuevo planteamiento en la utilización de los recursos: pienso sinceramente que siempre será mejor pagar salarios de buenos profesionales y tratamientos que largas prestaciones laborales por incapacidad temporal. Siempre que se pueda acercar a la vida plena a estos pacientes, entre los cuales me incluyo, se debería realizar el esfuerzo conjunto necesario si queremos luchar por una sociedad donde quienes sufren estos episodios y sus consecuencias alcancen la máxima dignidad.