Experiencia de una alumna de Terapia Ocupacional Beca Mundus en Chile
Mi nombre es Xeli Capdevila y estoy estudiando 4º de Terapia Ocupacional en la Universidad Católica de Valencia. Este semestre tuve la gran oportunidad de cambiar Valencia por Santiago de Chile gracias a la beca Mundus y desde aquí me gustaría contaros cual ha sido mi experiencia para animaros a que si tenéis la oportunidad de ir a vivir a otro país y tener contacto con otros profesionales de la Terapia Ocupacional no lo dudéis. Es enriquecedor a tantos niveles que merece la pena cualquier esfuerzo.
Llegué a Santiago a finales de julio, cambié el verano y las vacaciones por el invierno y el ritmo vertiginoso de una ciudad de 7 millones de habitantes. Prácticamente la mitad de habitantes de Chile se concentra en la capital y eso es algo a lo que me costó un poco acostumbrarme. Pero una vez vivida la experiencia de permanecer en el metro una hora de reloj a hora punta esperando mi momento y mi huequecito para finalmente entrar y salir del vagón empujada y estrujada por la multitud (por mucho que os cuente aquí, eso hay que vivirlo “nomás”) y vivir también mi primer terremoto sola en casa (aunque para los chilenos un 6,4 en la escala Richter es un temblor) ya me sentí como una santiaguina más. Totalmente adaptada y entregada a la aventura.
Chile es un país hermoso con muchos contrastes, tanto humanos como paisajísticos que merece la pena conocer y que desde luego no me ha dejado indiferente. Desde el desierto más árido del mundo, San Pedro de Atacama, a la zona más austral del continente americano donde se pueden ver pingüinos o avistar ballenas, la Patagonia. La capital está llena también de contrastes, el odioso smoke frente a la imponente vista de los Andes nevados desde prácticamente cualquier parte de la ciudad o el poder adquisitivo y el clasismo como eje vertebrador que divide literalmente la ciudad en dos partes y dos mundos diferentes.
Pero más allá de esta experiencia el motivo real por el que vine a Chile fue por conocer como se vive y se respira aquí la Terapia Ocupacional y, sin duda, ha tenido sus frutos. Me vine directamente a hacer prácticas y el área elegida fue lo social. He podido estar en dos recursos diferentes de prácticas. Primero en el programa Ágora de la Fundación Tierra Esperanza que trabaja con adolescentes infractores de ley y consumo problemático de drogas. Y ahora estoy finalizando mi estancia en la Unidad de Rehabilitación Psicosocial del Hospital Barros Luco con personas con enfermedad mental.
Más allá de mis preferencias respecto al colectivo las dos experiencias me han aportado muchos conocimientos y vivencias diferentes.
Valoro mucho el contacto que he tenido con los usuarios y pese a algunas dificultades al principio por las diferencias culturales me he sentido muy integrada en ambos equipos. Trabajar con adolescentes que pertenecen a una subcultura dentro de una cultura que no es la mía creo que es lo más duro a lo que me he tenido que enfrentar hasta el momento de todas las estancias prácticas que he hecho y que me obligó a desplegar una serie de habilidades. Ahí aprendí la importancia de crear un vínculo terapéutico y que si este no existe no se puede hacer un buen trabajo. Tal vez en otro recurso o con otro colectivo no sea tan importante pero en exclusión social es la base.
He podido incluso estar y conocer el trabajo de una terapeuta ocupacional en un medio privativo de libertad que me invitó a reflexionar sobre la actividad delictiva dejando juicios morales aparte y viéndola como una ocupación más en la que la persona despliega una serie de habilidades. Cómo delinque una persona nos habla de cómo es. Nuestro trabajo como terapeutas no está en juzgar sino en acompañar a la persona que quiera reconducir esas habilidades hacia otra forma ocupacional socialmente admitida y a resignificar algunas áreas ocupacionales.
He podido ver el trabajo de grandes profesionales que tienen el Modelo de Ocupación Humana como base de toda su práctica. Lo tienen en todo momento presente. Es su carta de presentación. “Nosotros trabajamos con el MOHO. ¿Qué conoces de él?”
He tenido la oportunidad también de poner en marcha nuevos talleres en el centro de rehabilitación psicosocial que han tenido una gran aceptación por parte de los usuarios y trabajar codo con codo con otra estudiante en prácticas chilena. Y con ello me he dado cuenta de que el trabajo de dos, cuando se dejan fuera los egos, suma, enriquece y cumple su función que es una práctica centrada en la persona y no en el propio profesional.
Y así, podría continuar enumerando aprendizajes hechos pero creo que este no es el espacio para ello. Esto es solo una invitación a quien esté leyendo estas palabras para que no deje pasar ninguna oportunidad que le brinde la vida de conocer la terapia ocupacional a través de otros estudiantes, otras universidades y otros países. El conocimiento no está sólo en las aulas, en los libros y en ir pasando exámenes. Esa es sólo una parte.
Vine principalmente a Chile en busca de identidad profesional y, aunque creo que todavía no soy del todo consciente, salgo de aquí sintiéndome un poco más terapeuta ocupacional. Así que valió la pena.