Experiencia Erasmus en Finlandia de 5 alumnos de la UCV de Enfermería

MARÍA SEVILLA

Finlandia es un país y una cultura muy distinta a la nuestra, pero vale la pena arriesgarse y elegir un destino Erasmus que está un poco fuera de nuestra zona de confort. Ha sido una aventura súper enriquecedora que me ha hecho crecer tanto personal como profesionalmente. De todas maneras, aparte de contar la experiencia de las prácticas en el hospital, me gustaría también explicar cosas que hubiera querido saber antes de ir.

En primer lugar: la comunicación. Las lenguas oficiales son el finés y el sueco, todas las indicaciones y los carteles suelen estar en ambas. De todas maneras, los fineses tienen en general un nivel bueno de inglés, así que no tienes por qué tener problemas para moverte o comunicarte con tutores del hospital o pacientes. Pese a ello, saber algunas palabras básicas en finés te abrirá puertas con ellos, ya que valoran mucho que te intereses por su cultura.

En segundo lugar, me gustaría referirme a la forma de vida allí. Es un país de 5.000.000 de habitantes y el clima es frío y en invierno oscurece pronto. Con esto no pretendo asustar, sino prepararte si te estás planteando Finlandia como destino Erasmus. Lo que quiero decir con esto, es que hay que tener en cuenta que estas condiciones de vida afectan al carácter de los fineses. Son gente reservada, y por contraste cultural nos pueden parecer secos, pero una vez los conoces, son personas muy abiertas y acogedoras que te ayudan en cuanto lo necesitas. Este aspecto se nota especialmente en las prácticas, puesto que la fama del sistema educativo finés no se refiere solo a las clases sino también a la experiencia profesional.

Personalmente, he estado en varios servicios en el hospital de Porvoo (Urgencias, Quirófano, Planta Quirúrgica de pre y post operatorios, Policlínica de maternidad y Policlínica de pediatría). Allí, he estado con enfermeros interesados tanto en enseñar sobre su profesión y su país, como en el intercambio cultural y profesional de experiencias. También se me facilitó al principio la elección de preferencias en cuanto a servicios y en cuanto a trato, gestión y prácticas, la experiencia ha sido muy positiva.

Respecto al frío que he mencionado anteriormente, no tiene tanta importancia como parece. Es un cambio grande al principio en contraste con las temperaturas de nuestro país. De todas maneras, aunque resulte difícil de creer, te acostumbras.

Por otro lado, el frío ofrece muchas cosas que el calor no. Entre ellas: esquí y otros deportes de nieve, senderismo por los parques nacionales que tienen, que nevados son impresionantes, “avantouinti” o bañarse en el hielo y la sauna, que forma tan parte de su cultura y vida diaria como sería para nosotros irnos a tomar algo, es un momento de relajación que hacen ya sea solos o con amigos hasta cuatro veces por semana.

Por otra parte, está el nivel de vida. Se trata de un país más caro, y esa diferencia se nota especialmente en el precio de la compra, en el transporte y al comer fuera de casa. De todos modos, hay muchas cadenas de supermercado distintas que ofrecen variedad de precios, para abaratar costes en transporte existen aplicaciones y tarjetas con las que tienes descuento por ser estudiante y existen cafeterías en la universidad, fuera de ella y en el hospital, en las que puedes comer cada día por 2,60€ con tu tarjeta de estudiante.

Otras experiencias que ofrece este país para los estudiantes Erasmus son los eventos que montan las organizaciones universitarias que van desde misiones por la ciudad con otros estudiantes, barbacoas en un parque nacional, visitas culturales y viajes. Son una forma de conocer gente al llegar y los montan estudiantes de allí. Como visitas culturales, una típica es a la fábrica de chocolate de la marca finesa “Fazer” y los viajes principales que se organizan son: a Tallin (Estonia), que está a un ferri de Helsinki, Laponia, viaje impresionante al norte de Finlandia que vale mucho la pena, San Petersburgo, que es precioso, y el crucero LOB para estudiantes, de Helsinki a Estocolmo. En cada viaje, tienes la posibilidad de elegir una serie de actividades típicas del sitio al que vas. Por ejemplo, cuando fuimos a Laponia: nos bañamos en el Mar Ártico, fuimos a una granja de renos, a Santa Claus Village, a un pueblo Saami, que es la comunidad que vive en Laponia, pescamos en el hielo, construimos iglús, vimos auroras boreales, esquiamos…

Finalmente, quería decir que escojas o no Finlandia como destino Erasmus, una de las mejores cosas que te vas a llevar a casa es la experiencia intercultural, no solo con el país al que vayas, sino también con otros estudiantes Erasmus. Vas a aprender muchísimo de ellos y de los países de los que vienen, van a ser tu familia Erasmus, personalmente, son gente que me he llevado para siempre.

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CARLOS GARCÍA

¡Hola a todos! Mi nombre es Carlos García, estudiante de 3º de enfermería en la UCV. A continuación, os contaré mi experiencia como alumno de Erasmus prácticas en la Laurea University of Applied Sciences de Finlandia.

Me gustaría empezar resaltando que obtuve mi beca Erasmus por casualidad. En un principio, no entraba en mis planes realizar la movilidad quizás por miedos e inquietudes sobre cómo sería vivir una experiencia de tal magnitud en el extranjero. Un día cualquiera, al salir de clase me encontré a una compañera de cuarto curso que me comentó que había quedado una plaza libre para realizar las prácticas del grado en Finlandia, y que me animase a irme con ella y una compañera suya! No me lo podía pensar. Me di un día de margen y tras no mucho meditarlo, me decidí a solicitar la vacante. A la semana, la plaza era mía! Ya no había marcha atrás…

Tras mucho informarme, sobre todo en cuanto a clima, alojamiento, modo de vida y cómo funciona la sanidad en el país, aterricé completamente solo en Espoo, Finlandia, un 8 de Enero. Pleno invierno en uno de los países más fríos del mundo. Por suerte, la universidad Laurea cuenta con un excelente programa de “buddies”, uno de los cuales me acompañó hasta el apartamento donde me alojé durante mis tres meses de estancia.

Al poco de estar allí, comencé a conocer gente (compañeros de piso, vecinos…) que me iba encontrando a cada paso que daba. Gracias a la asociación de alumnos “Laureamko” y a sus formidables jornadas de acogida, empecé a formar grupos de amigos, y sobre todo a conocer más su país, sus costumbres, su universidad y los diferentes viajes que nos tenían preparados a los estudiantes de intercambio a precios más que competitivos!

Dado que mi experiencia fue por decisión propia, únicamente de prácticas, me gustaría hablaros sobre las prácticas que realicé en la capital, Helsinki. Para afrontar estas experiencias es imprescindible conocer cómo funciona y qué competencias tenemos los enfermeros en los diferentes países que el programa Erasmus + ofrece. En lo que a mí respecta, escogí Finlandia por diferentes motivos, como su sistema sanitario muy parecido al español (sistema Beveridge o Sistema Nacional de Salud con copagos pero más rápido que el nuestro) y sus excelentes hospitales para realizar prácticas. Gracias a mis fabulosas coordinadoras, tuve flexibilidad a la hora de escoger centro de prácticas. Realicé mis practicums 3 Y 5 en un tiempo récord de tres meses, en los siguientes hospitales:

  • Helsinki University Hospital (HUS): unidad de corta estancia, unidad de cuidados intensivos (UCI). Hospital acreditado con la certificación de “Magnet Hospital”.
  • Helsinki University Hospital Comprehensive Cancer Centre: oncología general. Hospital perteneciente a la organización OECI (Organization of European Cancer Institutes).
  • Helsinki Health Station: urgencias y emergencias, pediatría de atención primaria, departamento de curas y heridas, departamento de enfermería de salud mental, consulta de enfermería de atención primaria (pie de diabético, hipertensión arterial y atención a la salud sexual y reproductiva).

Todos los hospitales en los que estuve pueden presumir de tener la distinción que les certifica ser algunos de los mejores hospitales a nivel mundial. Como peculiaridades de ellos, me gustaría destacar que el ratio de pacientes es infinitamente menor que en España (3-4 por cada enfermero) y, por encima de todo, el sentimiento de equipo con los compañeros médicos, enfermeros y auxiliares es inmejorable, aunque advierto que tanto pacientes como equipo gozan de un excelente nivel de inglés! Aun así, todo ello hizo que aprendiese muchísimo y que olvidase ciertas adversidades como el clima (entre -17 y -25 grados) y el hecho de estar bastante lejos de casa.

Por último, quisiera subrayar que no es lo mismo realizar una experiencia Erasmus prácticas que Erasmus estudios. En mi caso, yo supe que iba a aprender y a trabajar, y que tendría menos tiempo libre que el resto de mis compañeros que asistían a clases allí. Sin embargo, pude hacer numerosos viajes muy baratos (Estonia, Dinamarca, Suecia), vivir experiencias únicas, como bañarme en el Mar Báltico a 1 grado, o probar carne de reno!

En resumen, recomendaría esta experiencia a todos aquellos que tengan ganas de aprender, trabajar y disfrutar de la profesión enfermera en un país como Finlandia y una universidad como Laurea, que ofrece todas las facilidades del mundo para sentirte como en casa. ¡Gracias Laurea y gracias UCV por estos tres meses tan maravillosos!

Si cualquier alumno interesado necesita información, puede escribirme a cargarmon@mail.ucv.es. ¡Estaré encantado de ayudar!

*Autorizo a que se publique mi experiencia en el blog de “Nursing UCV” para animar y ayudar a otros compañeros a marcharse.

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CARLA BARONA

Pocos meses antes de irme decidí solicitar una plaza vacante que quedó libre para realizar el erasmus práctico en Jyväskyla, Finlandia. Al principio no lo veía todo tan claro, no pensé que acabaría aceptando un erasmus y menos a Finlandia. Desde octubre hasta que me fui fueron unos meses cortos pero intensos de papeleos y sobre todo de estudios. Me examiné en diciembre lo cual me quitó un mes de estudio. Conseguí sacarme todas las asignaturas menos una en menos de un mes gracias a la gran motivación que tenía por irme. Al aceptar la plaza me dijeron que iría con dos chicas más de mi curso, las cuales no conocía de nada. Poco a poco fui tomando contacto con ellas y decidimos solicitar la residencia juntas para poder vivir en el mismo piso las tres. A día de hoy, eso ha sido una de las mejores decisiones que hemos tomado. El 4 de enero salió nuestro vuelo a Jyväskyla, fue un viaje largo y agotador, pero no dormimos ni comimos de los nervios. Solo pensábamos en la llegada, en ver la casa que sería nuestro hogar durante 4 meses. Al principio todo eran gritos y emociones. Al día siguiente de llegar tuvimos que ir a una jornada de puertas abiertas que nuestra institución de allí nos organizó (Jamk University). Allí conocimos a mucha gente de todas partes del mundo y fuimos entablando relaciones con ellos. Los primeros días eran un caos todo, nos perdíamos, no sabíamos dónde ir para empezar las practicas etc. Mencionar también que no íbamos ni la mitad de perdidas que podríamos haber ido gracias a una chica de un año más que el año pasado fue también a esa ciudad y contacté con ella para que nos ayudase un poco en nuestros primeros días. Al tener la primera reunión con nuestro tutor, un señor encantador y que nos ayudó en todo momento, supimos que no solo haríamos prácticas, sino que cursaríamos tres asignaturas allí, una de ellas Finés. Al principio nos quedaba todo muy grande y nos agobiamos, llamamos a Esther Navarro, nuestra coordinadora del erasmus la cual nos solucionó absolutamente todo desde la distancia. Fue por ello que hasta marzo no empezamos nuestras prácticas.

Los primeros meses íbamos a clase a menos 20ºC para pasar 6 horas diarias ahí. Las clases eran prácticas, usábamos maniquís, incluso a nosotras mismas para practicar. Fue de esta manera que pudimos aprender un poco sobre el aspecto sanitario en Finlandia y sus diferentes técnicas de aprendizaje ya que dicen que la educación allí es una de las mejores. Llegó marzo y con él nuestros nervios por empezar las prácticas. Nuestros días a partir de ese mes empezaban a las 5 de la mañana, con un café malo y un bus de 20 minutos hasta el hospital. Entrabamos a las 7 de la mañana como cualquier enfermera allí y salimos a las 3 de la tarde. Los primeros días fueron duros ya que pocas enfermeras entendían inglés y mi tutora no estaba para poder comentárselo. A los pocos días de yo empezar entraron en mi planta dos finlandeses de mi edad los cuales también estaban de prácticas. Desde ese momento todo fue mucho más fácil ya que ellos hablaban un inglés perfecto y sabían traducirme las conversaciones con los pacientes y ayudarme en todo. Los de la coordinación de prácticas del hospital decidieron contactar conmigo para asignarme un tutor diferente cada día que supiese hablar inglés para yo no depender de los otros estudiantes. Acepté encantada esta propuesta y desde ese día empecé a aprender de verdad. Estuve en una planta de oncología y medicina interna, la cual fue un poco dura ya que no había día que no hubiese algún fallecido. Tuve que vivir una de las experiencias más fuertes que he vivido durante mis prácticas en enfermería. Debido a que la enfermera allí trabaja como celador, auxiliar y enfermera, era trabajo de las enfermeras trasladar a los fallecidos. Y ese fue uno de mis trabajos, tuve que transportar junto a mi enfermera a un muerto a una sala de frigoríficos llena de muertos. Fue muy triste vivir día a día con pacientes que sabias perfectamente que al día siguiente ya no estarían. Tuve mucha suerte a la hora de las prácticas, ya que me asignaron el servicio que solicité y un hospital que estaba cerca de mi residencia, al contrario de mi amiga Paula.

Aparte de hacer prácticas y cursar tres asignaturas pudimos disfrutar mucho de lo que no era solo un curso académico. Conocimos a mucha gente, de todas partes del mundo. La residencia donde nos alojábamos (Ronimäki, KOAS), era una residencia llena de estudiantes. Eran bloques de edificios todo de gente joven. Hicimos viajes organizamos por la ESN, alguno nos coincidió con las prácticas, pero conseguimos organizarnos para recuperar los días ya que allí son muy flexibles para adaptarse a tu horario. Viajamos a Laponia, Noruega, Estocolmo, Helsinki… Todo en compañía de las dos chicas que iniciaron el erasmus conmigo. Entablamos muy buena relación las tres y vivimos nuestros 4 meses 24 horas juntas. Conseguimos formar un hogar aun estando a 4 mil kilómetros de casa y hemos vivido la mejor experiencia de nuestras vidas juntas. Sin duda alguna, volvería a repetir esta experiencia. Ojalá haberme ido un año entero y no solo 4 meses ya que se nos hizo súper corto. También volvería a elegir este mismo destino, con la misma compañía con la que me fui. Al fin y al cabo, vivir a menos 26ºC y con 2 horas de sol diarias es lo de menos.

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ANGELS LLINARES

Volver a hacer maletas después de haber estado fuera previamente y no hacer ni seis meses que había vuelto a casa, no fue una de las mejores noticias con las que una se podría haber encontrado. Mi primer Erasmus fue en Polonia, con una duración de tres meses que fueron totalmente suficientes para darme la independencia que alguien necesita para vivir solo. Me daba muchísimo miedo volverme a ir porque la adaptación a la que había sido mi casa siempre fue durísima y no estaba segura de estar preparada para volver a pasar por ello. Casi a punto de renunciar a mi nueva plaza, esta vez en Finlandia, decidí que iba a ser lo mejor para mí, aunque no me fui muy convencida. Por suerte, la vida siempre parece que tiene una última carta guardada y sin duda, esta vez la tenía. Esta carta tenía nombre, María (Mer para mí), que empezó siendo la compi de piso más top que me podrí haber tocado y acabó siendo parte de mi familia. Juntas tuvimos la oportunidad de conocer a personas tan perdidas como nosotras en ese país tan frío y al principio tan oscuro. Poco a poco nuestro grupito de amigos fue creciendo y empezaron las fiestas, los viajes y las anécdotas. En cuanto a las prácticas, desde mi punto de vista, fueron muy enriquecedoras, parte gracias a que la mayoría de personas hablan inglés, por tanto, la comunicación es posible. Los servicios especiales de los que pude disfrutar fueron UCI, Urgencias y quirófano, donde a pesar de la complejidad y del idioma, me sentí parte del equipo siempre. A medida que pasa el tiempo, las cosas que al principio te horrorizaban, como vivir en una ciudad donde todo es hielo o tener 5 horas de luz solar, si es que a eso se le podía llamar luz, acaban teniendo su encanto, incluso estás contento porque ahí afuera estamos a -17 grados que en comparación a los -27 hasta parece que hace calorcito. Todas estas experiencias te hacen crecer como persona, acabas batiendo records contigo mismo y trabajando tu capacidad de adaptación al 100%. Solo puedo expresar palabras de agradecimiento porque fue una de las mejores experiencias vivida hasta la fecha y finalmente acabé abandonando el país, que había sido mi casa, a mi maravilloso grupito, que se convirtió en mi familia y a Mer, que parecía mi hermana, con más pena de la que había llegado. Y la verdad es que ahora, a pesar de tener un grupito de diversos países y la lejanía de los mismos, parece que nuestros países no están tan lejos como lo estaban antes de conocernos, y con esto es con lo que me quedo.

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TERESA VILA

“La persona que vuelve, nunca es la que se va»

Leí esta frase en uno de los mil blogs que consulté sobre recomendaciones para irse de erasmus a Finlandia unas semanas antes de irme. Se me quedó grabada en la mente. Creo que resume tan bien todo lo que me ha pasado desde que cogí el avión aquel 4 de enero.

Siempre he amado viajar, conocer nuevas culturas, nuevos idiomas, nuevos lugares, diferentes modos de vida y diferentes formas de ser y pensar. Nunca me ha dado ningún miedo salir a conocer mundo y convivir con personas distintas a mí.

Una de mis ilusiones al entrar a la universidad era irme de erasmus. Tenía clarísimo que si había una experiencia universitaria que no quería perderme era esa. Pero no tenía claro ni en qué curso ni a dónde, siempre lo pensaba como algo un poco lejano.

Todo comenzó un poco por casualidad, recibí un correo de la estupendísima Esther Navarro para quien solo tengo palabras de agradecimiento (todos los que os vayáis de erasmus acabareis amando a esta mujer tanto como yo), ella es la coordinadora de internacionales de enfermería y nos comunicaba las plazas vacantes para irse de erasmus. Yo, que ya había dejado pasar la fecha para solicitar una plaza, leí el correo y conté las plazas que quedaban mientras mi cerebro las traducía en oportunidades que estaba dejando pasar. Estaba a punto de acabar segundo, el ecuador de la carrera, si de verdad quería irme tenía que empezar a decidir él cuando y donde. A los pocos días fui a hablar con Esther y ella me dio todos los consejos, respuestas, confianza y seguridad que necesitaba para tomar la decisión. En un abrir y cerrar de ojos ya tenía destino y fecha de salida. Me iba a Jyväskylä (Finlandia), una ciudad a unas 3 horas de coche al norte de

Helsinki y tenía que estar allí el 5 de enero.

Hasta finales de diciembre, todo fueron trámites y papeleos, la parte más aburrida pero necesaria para irte. Me sentía muy agradecida de poder contar con una persona como Esther durante todos esos procesos, 24h pendiente del correo (¡hasta los domingos!), siempre dispuesta a ayudarte ya sea en su despacho o por teléfono, explicándote, si es necesario, 20 veces como hacer los pasos y tratando de hacértelo todo lo más fácil posible.

En mi caso tenía que estar en Finlandia el 5 de enero, así que tuve que adelantar los exámenes a diciembre. Aún que fue un poco agobiante, los profesores me ayudaron a programarlo y con esfuerzo lo conseguí.

A pocos días de irme, todo el mundo me decía: «¿porque te vas a Finlandia?», «allí te vas a morir de frío», «con el frío que hace no vas a poder salir de

casa» etc.. No quedaba nada para irme y aún que seguía sin saber muy bien el porqué, no dudaba ni de mi destino, ni de mi decisión.

Llegó el 4 de enero y ahí comenzó sin duda, la experiencia más especial de mi vida. Yo tuve la suerte de compartir toda esta aventura con dos compañeras de la universidad que no conocía de nada, pero que ahora no voy a poder olvidar nunca.

Nosotras nos pusimos en contacto a través de Esther dos meses antes de irnos. Compramos los billetes de avión juntas, tanto el de ida como el de vuelta (ambos el mismo día tratando de que saliese lo más barato posible). Valencia-­‐Jyväskylä no tiene muy buena combinación. Aún que hay un aeropuerto muy pequeño en la ciudad, lo más normal es volar a Helsinki y allí tienes opción de coger un tren o un autobús desde el mismo aeropuerto que te lleva a Jyväskyla en 3 horas.

En Jyväskylä hay dos universidades, la Universidad de Jyväskylä y la Jamk University, nosotras fuimos a esta última. Desde la Jamk nos pusieron en contacto a cada una con un tutor (una persona como Esther, pero en Jyväskylä) y con un alumno tutor, que tuvimos la suerte de que pudo venir a recogernos al aeropuerto de Jyväskylä el día que llegamos.

Para buscar residencia en Jyväskylä es facilísimo y muy sencillo. Desde la Jamk nos recomendaron ponernos en contacto con KOAS, una empresa que maneja todos los alojamientos de estudiantes de la ciudad. Las tres zonas más famosas son Kortepohja, Myllyjärvi y Roninmäki. A nosotras nos dieron el alojamiento en esta úlFma y después de haber vivido ahí, pienso que las mejores son Roninmäki y Myllyjärvi. Tienen los principales supermercados (Prisma, Lidl y CityMarket) a 15 minutos andando o 2 minutos en bus, buena comunicación con el centro de la ciudad, las universidades y el hospital y están a 5 minutos andando la una de la otra. Las tres zonas, son asociaciones de edificios (del edificio A al K) llenos de apartamentos en los que residen mayoritariamente estudiantes erasmus. Es el lugar perfecto para vivir la experiencia, donde es imposible aburrirse.

Lo normal es compartir los pisos entre 3 personas (pueden ser pisos de más personas o menos), cada uno tiene su habitación individual y se comparten el aseo y la cocina. Los edificios cuentan con sauna, lavandería (no tienes que pagar extra), salas comunes y un pequeño gimnasio. Puedes hacer uso de todas estas zonas reservando con tus claves.

Si tuviese que quedarme con un lugar de mi erasmus sería Roninmäki, mi hogar, me sentía como en casa. Mis mejores recuerdos siempre me llevan a ese lugar. Allí es donde conocí a las personas que ahora son mi familia erasmus, donde se celebraran las mejores

cenas, las mejores comidas internacionales, los domingos en “familia”, las barbacoas al aire libre cuando dejaba de haber tanta nieve y comenzaba a salir el sol, las eternas partidas de cartas y los juegos de mímica (el juego donde todos nos entendíamos), las adorables guerras de nieve de vecinos, las tardes de sauna, los paseos por los bosques de al rededor, donde no echarás de menos ni la tele ni el sofá, allí es donde aprendí que cocinar significa mucho más que pasta y pechuga a la plancha, donde a pesar de estar escrito en finés, acabe comprendiendo las utilidades de los programas de la lavadora, donde conseguir poner una lavadora un domingo era un milagro, y es que da igual del país que seas, todos acumulamos la ropa sucia hasta el domingo. Donde las charlas duraban horas, y donde era imposible sentirse solo gracias a las paredes de papel. Para mí ese lugar tenía algo especial. Y es que, la mejor sensación del día era entrar por la puerta del edificio tras un largo turno de hospital cuando fuera hacían -­‐16 grados y estaba nevando y, cargada con las bolsas de la compra, comenzabas a sentir el calorcito mientras subías las escaleras descifrando que estarían cocinando tus vecinos gracias a la mezcla de olores de los rellanos. Hasta estudiar me resultaba mucho menos doloroso y aun que podría tratar de contarlo, creo que reservo el privilegio de saber que significa una “Building party de Roninmäki” para los valientes que se atrevan a vivir la experiencia.

En la Jamk University nosotras cursamos tres asignaturas, dos relacionadas con la enfermería, donde a pesar de tener parte teórica había mucha práctica y teníamos clases de simulación que me parecieron muy útiles. Y una tercera de finés de nivel muy básico.

Realizamos dos viajes, el primero a Lapland y el segundo a Estocolmo. Lapland absolutamente recomendable fue un viaje con experiencias inolvidables.

El periodo de prácticas fue el más duro. Los horarios y turnos del hospital son un poco diferentes a los de España y las formas de realizar técnicas sanitarias también varían, pero a esto te acostumbras rápido. Para mí lo más complicado era el idioma. Te dificulta muchísimo el trabajo con los pacientes y con el personal sanitario. Aunque el material con el que trabajas es el mismo, no entiendes ni los carteles donde te dice que es lo que está guardado en cada cajón. Yo hasta que memoricé donde estaban las cosas, abría todos los cajones y armarios de todas las habitaciones hasta que encontraba lo que quería. Es muy importante saber adaptarse a la situación, hacer notar a todos los enfermeros que tienes una gran disposición a trabajar, que tienes ganas de ayudar en lo que haga falta y sobretodo ganarse su confianza. Los gestos, la expresión amable, la delicadeza y la

precaución fueron mis mayores aliados durante las prácticas.

Durante los cuatro meses vives momentos de todo tipo, tanto buenos como malos, eso sí, los buenos ganan siempre por goleada. Son cuatro meses intensos, donde te conviertes en una esponja que empieza a absorber, aprendiendo sin parar todos los días y a todas horas. Donde te das cuenta que eres capaz de vivir en otro país, muy lejos de los tuyos, hablando otro idioma, con otras costumbres, otro clima, conviviendo con personas distintas a tí y resolviendo tú, tus propios problemas. Cuatro meses donde te contagias de “la magia del erasmus”. La magia del erasmus es aterrizar en una ciudad donde absolutamente todo es desconocido para F, en un país diferente y puede que muy lejos del tuyo. Es llegar sintiendo todo lo que dejas en casa, en tu país, pensando en cuanto lo vas a echar de menos, pero dispuesto a vivir la “pequeña aventura”. Y acabar esa “pequeña aventura” dándote cuenta de que, aun que llegaste con nada, te vas dejando tantas cosas. Te vas dejando lo que se ha convertido en tu ciudad, en tu casa y en tu familia. Te vas sintiéndote diferente y dejando un trocito de F allí. Sabiendo que desde el momento que despegue el avión vas a empezar a echar de menos todo, empezando por todas esas personas que ahora forman parte de una experiencia tan especial, que no las olvidarás nunca.

Y esa es la magia del erasmus, coger el avión de vuelta a casa y sentir que ha merecido la pena todo, que repetirías hasta lo malo, que ya no te parece tan malo, porque todo forma parte de tu experiencia y de la persona que vuelve, que ahora te das cuenta que no es la misma que se fue.

 

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