10 jun

Reflexión lunes 10 de junio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (5,1-12):

En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar, enseñándoles: «Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados. Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra. Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo, que de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.»

Palabra del Señor

Reflexión

El profeta Elías tiene un enfrentamiento con el rey Ajab y le anuncia dos años de sequía por su idolatría y más tarde la lluvia. La sequía es presentada como castigo divino a causa de la idolatría reinante y para demostrar la supremacía del Dios de Israel sobre Baal, dios fenicio-cananeo de la fertilidad. Luego el Señor le ordena al profeta que se retire al torrente Querit y Él se cuidará de que los cuervos le traigan el pan y la carne por la mañana y al atardecer, el agua la beberá del torrente. Este texto pone de manifiesto la confianza del Elías en la Palabra del Señor, permanecer unido Él es la garantía de su supervivencia. La vida orientada y fundamentada en Dios no nos libra de los peligros, pero es una ayuda para afrontarlos, sobrellevarlos y poder superarlos. El silencio y el recogimiento recomendado por el Señor a Elías es el contexto para discernir su voluntad.

Bienaventurados, felices, son llamados por Jesús quienes acogen el Reino de Dios. Y ¿Cuáles son los valores del Reino de Dios? La pobreza de espíritu, la mansedumbre, la justicia, la misericordia, tener el corazón limpio, la paz, cumplir la voluntad de Dios ¿Quién puede realizar este programa? Jesús encarnó y vivió cada una de las bienaventuranzas, Jesús estaba plenamente unido a Dios su Padre y era el Hijo de Dios, era Dios en persona. Nosotros unidos a Jesús podemos alcanzar el espíritu de las bienaventuranzas y vivirlas en nuestra vida, no por nuestros méritos sino por la gracia de Dios. Como dice el papa Francisco a través de nuestra pobreza, incapacidad, fracasos, aparece la luz de Dios iluminando todo lo que nosotros no logramos alcanzar, pero hay que intentarlo todos los días. Las palabras del Señor no exaltan la pobreza, la miseria, la tristeza, la injusticia, la violencia, sino que descubren la cara de la vida que produce la infelicidad del hombre, pero que no pasa desapercibida a los ojos de Dios. Nosotros hemos de colaborar para hacer realidad los valores del Reino de Dios. Jesús amaba la vida y a las personas, no quiere nuestra infelicidad, su propuesta contribuye a construir un mundo mejor. Los bienes de la tierra, ciertamente, contribuyen al bienestar de todos, pero no pueden ser el único fundamento de la vida porque no tienen capacidad para llenar el corazón humano de forma plena y permanente, Dios sí.

-Oremos por la paz en el mundo.

-Oremos por la salud de los enfermos.

-Oremos por la unidad de todas las familias.

pastoral

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