13 julio

Reflexión Martes 13 de julio

Mt 11, 20-24.  El día del juicio le será más llevadero a Tiro, a Sidón y a Sodoma que a vosotras.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (11,20-24):

En aquel tiempo, se puso Jesús a recriminar a las ciudades donde había hecho casi todos sus milagros, porque no se habían convertido: «¡Ay de ti, Corozaín, ay de ti, Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, cubiertas de sayal y ceniza. Os digo que el día del juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras. Y tú, Cafarnaún, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al infierno. Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que en ti, habría durado hasta hoy. Os digo que el día del juicio le será más llevadero a Sodoma que a ti.»

Palabra del Señor

Reflexión

La clave para entender hoy la Palabra que el Señor hoy nos regala nos la da el versículo del Aleluya: Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor. No endurezcáis vuestro corazón.

El Señor, que te ama, te invita hoy a la conversión. Porque sabe que lejos de Él no tienes vida en plenitud.

Sufre por ti, porque sabe que cuando haces como el hijo pródigo y te empeñas en reclamar tu parte de la herencia para vivir según tus proyectos, según tus criterios, según tus planes… acabas como dice el salmo: me estoy hundiendo en un cieno profundo…, me arrastra la corriente…, yo soy un pobre malherido…

Por eso, esta conversión no es un moralismo, simplemente un cumplimiento de normas. No. Es algo mucho más profundo. Es una *conversión a Jesucristo vivo, a vivir de la fe, a poder mirarlo todo con los ojos de la fe. A contemplar la obra que el Señor está haciendo en tu vida. A poder ver que Dios actúa también en tu historia; que también la tuya es una historia de amor y de salvación que está llena de milagros.

Una conversión a la humildad: Miradlo, los humildes, y alegraos, buscad al Señor, y vivirá vuestro corazón.

Humildad que te lleva a salir de la autosuficiencia narcisista y autorreferencial y de la arrogancia para reconocer que todo es don; humildad que te lleva a aceptar tus pobrezas, tu debilidad y a entregárselas al Señor para que las sane; humildad para entrar en tu historia, la historia de tu familia, de tu sacerdocio, de tu consagración religiosa… y encontrarte ahí con Jesucristo Resucitado que lo hace todo nuevo por el poder de su Espíritu.

Humildad para fiarte que los criterios y los planes del Señor son mejores que los tuyos… Humildad de confiarte al amor de Dios, Amor que se vuelve medida y criterio de tu propia vida. Humildad para ser agradecido.

La fe se vive en la gratuidad y se expresa en la alabanza. La gratitud es la memoria del corazón.

pastoral

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