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Reflexión martes 16 de mayo

Lectura del santo evangelio según san Juan (16,5-11):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Ahora me voy al que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta: “¿Adónde vas?”. Sino que, por haberos dicho esto, la tristeza os ha llenado el corazón. Sin embargo, os digo es la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito. En cambio, si me voy, os lo enviaré.
Y cuando venga, dejará convicto al mundo acerca de un pecado, de una justicia y de una condena. De un pecado, porque no creen en mí; de una justicia, porque me voy al Padre, y no me veréis; de una condena, porque el príncipe de este mundo está condenado».

Palabra del Señor

Reflexión

Pablo y Silas son apaleados y encarcelados por haber expulsado el espíritu de adivinación de una esclava. Sus amos, les denuncian ante las autoridades. En la cárcel también anuncian el Evangelio. Los compañeros de prisión escuchan; el carcelero y su familia, se convierten. Los caminos de Dios no son los nuestros.

El carcelero, asombrado, se hace la “pregunta del millón”: Señores, ¿qué tengo que hacer para salvarme? La respuesta de Pablo y Silas es clara: Cree en el Señor Jesús y te salvarás tú y tu familia.

No se trata de creer en unas ideas, sino de creer en una Persona: Jesucristo. Es decir, en dejar que Jesucristo sea Señor de tu vida; es tener una relación personal con Él. Pero una relación en la que Jesús es el Maestro y tú eres el discípulo.

Y el Señor te invita a que hoy hagas tú la misma pregunta: ¿qué tengo que hacer para salvarme? ¡Háblalo con Jesús! Invoca al Espíritu Santo para que te ilumine, y háblalo con Jesús.

¿Has puesto toda tu vida bajo el Señorío de Jesucristo? ¿O todavía queda alguna parcela en la que eres tú su señor?

El Evangelio nos habla del Espíritu Santo: testigo de Jesús y acusador del mundo: Y cuando venga, dejará convicto al mundo:

De un pecado, porque no creen en mí. El gran pecado es rechazar la salvación que Dios nos ofrece en Jesucristo.

De una justicia, porque me voy al Padre, y no me veréis. Jesús es la manifestación de la justicia de Dios, de la salvación de Dios.

De una condena, porque el príncipe de este mundo está condenado. El mundo se equivocó al condenar a Jesús, que ahora es el vencedor de la muerte. Y su victoria es la derrota de Satanás, el príncipe de este mundo.

pastoral

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